...Es la sugestión interior, motivada por causas
internas o externas,
que nos incitan a pecar..
...Las tentaciones se vencen con la frecuencia
de los sacramentos de la Eucaristía
y la Penitencia, la oración, la mortificación
de los sentidos,
la abnegación del entendimiento
y de la voluntad, la huida de las
ocasiones de pecado y, sobre todo,
con la devoción a la Virgen Santísima y
al Ángel de la Guarda.
Quien quiera servir a Dios puede contar con tentaciones,
preparase contra ellas;
el mejor preparativo es armarse de fortaleza, para
hacerles frente cuando vengan
(San Francisco de Sales)
El ocio es origen de muchas tentaciones. San Francisco
de Sales dice: la tentación nunca nos coge tan flacos como cuando
estamos tan ociosos.
Y en otro lugar dice: “No dejéis que se entretenga vuestro espíritu en pensamientos varios e inútiles; si se acostumbra a éstos, luego pasará más allá, deteniéndose en los malos y nocivos”.
“Combates tendréis y no pequeños, porque nuestros enemigos son muchos y muy crueles, por tanto no os descuidéis; si no, luego sois perdidos. Si los que velan aún tienen trabajo en guardarse, qué pensáis será de los descuidados, sino ser todo vencidos”
(San Juan de Ávila)
Y en otro lugar dice: “No dejéis que se entretenga vuestro espíritu en pensamientos varios e inútiles; si se acostumbra a éstos, luego pasará más allá, deteniéndose en los malos y nocivos”.
“Combates tendréis y no pequeños, porque nuestros enemigos son muchos y muy crueles, por tanto no os descuidéis; si no, luego sois perdidos. Si los que velan aún tienen trabajo en guardarse, qué pensáis será de los descuidados, sino ser todo vencidos”
(San Juan de Ávila)
Las tentaciones actúan en el hombre de tres maneras:
1º engañando el entendimiento con falsas ilusiones, por
ejemplo: me salvaré aunque siga pecando.
2º debilitando nuestra voluntad, debilitándolo a base de caer
continuamente en la comodidad, la negligencia, la fantasía, etc.
3º instigando a los sentidos internos, principalmente la
imaginación, ofreciendo imágenes sensuales, soberbias, odios, etc.
La tentación sólo puede incitar a pecar, pero nunca nos puede
obligar a pecar,
porque la voluntad permanece dueña de su libertad.La tentación
es pecado, no cuando la sentimos, sino cuando voluntariamente la
consentimos.
Pero estamos en buenas manos, estamos en el Corazón divino de
nuestro Salvador:
Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados
sobre vuestras fuerzas, antes dispondrá con la tentación el éxito para
que podáis resistirla
(1 Cor 10, 15)
San Juan de Ávila nos advierte: Un santo dice que el
hombre que se cree a sí mismo no ha menester demonio que lo tiente, que él es
demonio para sí.
Esto es verdad, lo ha dicho un doctor de la Iglesia, pero también es verdad que detrás de cada tentación, directa o indirectamente, está el demonio.
Esto es verdad, lo ha dicho un doctor de la Iglesia, pero también es verdad que detrás de cada tentación, directa o indirectamente, está el demonio.
El oficio propio del demonio es tentar, llevar a los
hombres a pecar.
El demonio empieza con una sugestión o mera representación del
mal y después sigue con complacencia deliberada y
consentimiento de
la libertad.
Las tentaciones se vencen con la frecuencia de los
sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia, la oración, la mortificación de
los sentidos, la abnegación del entendimiento y de la voluntad, la huida de las
ocasiones de pecado y, sobre todo, con la devoción a la Virgen Santísima y
al Ángel de la Guarda.
También con el absoluto desprecio del demonio: Son
tantas veces las que estos malditos demonios me atormentan, y tan poco el miedo
que ya los he, con ver que no pueden menear si el Señor no les da
licencia…Sepan que cada vez se nos da poco de ellos quedan con menos fuerza y
el alma muy más señora…
Porque no son nada sus fuerzas si no ven almas rendidas
a ellos y cobardes que aquí muestran ellos su poder”(Santa Teresa de Jesús)
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