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viernes, 26 de diciembre de 2014

Dios Advierte las Ocasiones de Peligro.?



Quizás el secreto de la oración y de la santidad de vida esté envuelto en la petición divina de escuchar- escuchar Su presencia silenciosa- esa presencia que penetra nuestro ser y nos conserva la existencia; 

Esa presencia que llena las almas de amor y serenidad; esa presencia que nos fortalece   cuando nos sentimos débiles.

   "El objetivo de nuestra vida de oración es vaciarnos de nosotros mismos 
y dejarnos llenar por la Trinidad."

Nuestra misión en la vida, entonces, es cooperar con la gracia de Dios y despojarnos de nosotros mismos para que nos pueda colmar la Trinidad.

No se trata de desentenderse de las responsabilidades propias, sino de hacernos capaces de amar tanto a Dios como a los demás con un amor puro.

No se trata de escapar del mundo para estar solos, sino para estar con Dios.
Se trata de hacer penitencia, no para borrar nuestras culpas, sino porque la penitencia borra las huellas del pecado.

Debemos vaciarnos de nosotros mismos no para lograr ser dueños de nosotros mismos, sino para estar llenos de Dios; para transformarnos en Jesús.

No existe un método específico para negarse uno a sí mismo. 
Cada uno de nosotros tiene virtudes y defectos peculiares que convierten en algo único el proceso de transformarnos en alguien semejante a Jesús. 

Debemos poner nuestra mirada en Jesús, leer su Palabra en la Escritura y pedir al Espíritu Santo que ilumine nuestras mentes de la forma más adecuada para poder alcanzar la meta que Él nos ha trazado.

Quizás el secreto de la oración y de la santidad de vida esté envuelto en la petición divina de escuchar- escuchar Su presencia silenciosa- esa presencia que penetra nuestro ser y nos conserva la existencia; Esa presencia que llena las almas de amor y serenidad; esa presencia que nos fortalece   cuando nos sentimos débiles.

Hemos olvidado cómo detenernos: nos come el deseo de estar en marcha.
Hemos olvidado cómo quedarnos quietos: nos come el deseo de estar en movimiento.
Hemos olvidado cómo escuchar: nos come el deseo de ser escuchados.
No importa dónde o con quién estemos, podemos siempre decir como Jacob: 

"Verdaderamente está Yahvé en este lugar y yo no lo sabía" 

(Gn 28,16).

 Él no está tan lejos de nosotros como pensamos, pues siempre caminamos en Su presencia; Él vive por la gracia en el centro de nuestras almas.

Percibimos el silencio de Su presencia en la quietud de la noche, en la oscuridad de nuestras almas y en los corazones de nuestros prójimos.

Oímos el sonido de Su voz en las inaudibles palabras que nos gritan Su presencia desde las flores y los árboles.

Su presencia silenciosa clama a nosotros cuando lo vemos sufrir en el solitario y el abandonado. Su presencia silenciosa nos pide compasión en el abatido y el herido.
 Su presencia, que nos rodea como un sonido profundo, entibia nuestras almas frías con una calma silenciosa, tranquilizante y reconfortante.

Nos aconseja que nos detengamos y entendamos Su amor porque, éste, al igual que Su presencia, también es tranquilo y lo consume todo. Su presencia silenciosa, como una venda empapada en aceite, sana las heridas del pecado.

Nuestras almas, como si fueran esponjas secas, buscan el agua de la vida eterna, para saciarse de Su presencia silenciosa.

Nosotros podemos alejarnos de Él, pero Él nunca se aleja de nosotros.

Si deseamos vivir como cristianos debemos estar conscientes uno del otro, y presentes ante el otro, porque si se desvanece el sentido de la presencia, uno de los dos se queda solo.

Cuando los amigos dejan de estar conscientes uno del otro se convierten en desconocidos. Y con Dios pasa lo mismo. Él está ante la puerta de nuestro corazón y quiere que le abramos para poder habitar ahí y reinar como Rey.

Sin ser posesivo, desea poseernos. Desea nuestro corazón para llenarlo con amor y para que nosotros podamos amar más a los demás. Desea nuestros pensamientos para elevarlos hasta lo más alto. 

Desea todo nuestro ser para elevarlo a la altura de Su naturaleza. Desea sentirse en casa en los rincones de nuestra alma; un Amigo que siempre está ahí, listo para consolarnos, amarnos y hacernos felices.

Estamos envueltos por palabras y rodeados de ruido; desde el fondo de nuestro corazón suplicamos silencio- no el silencio mortal del vacío ni el silencio que nace de la ausencia de ruido- sino el silencio profundo, el silencio que pronuncia palabras inaudibles y vibra con sonidos de quietud.

Necesitamos el silencio que nos pone cara a cara frente a Dios en un acto de fe y amor. Es necesario cerrar los ojos y darnos cuenta que la oscuridad que percibimos no es una ausencia sino una presencia- una presencia escondida en lo más profundo de nuestras almas-, una presencia tan cercana a nosotros que todo parece oscuridad.

Dios es un espíritu y conversa con nosotros en un ambiente de silencio porque nuestras almas son incapaces de escuchar Su voz cuando están saturadas de ruido y confusión.

Nadie puede ver a Dios en esta vida y seguir vivo; Su gloria aniquilaría nuestra débil, miserable naturaleza humana. La segunda Persona de la Santísima Trinidad hubo de despojarse de Su gloria y hacerse uno de nosotros para que nosotros pudiéramos ver a Dios en esta vida.

Él ya ha derrotado la muerte y retornado a Su gloria, y nosotros vivimos en Su Espíritu y debemos conversar con Él "en espíritu y en verdad" (Jn 4, 23).

La belleza de Su naturaleza es Como el fleco de la orilla de Su manto; las montañas son Como borlas esparcidas aquí y allá cuando Su presencia pasó a un lado durante la creación.

El mismo Jesús pasó horas comunicándose con Su Padre en la quietud de la noche y al alba. Esas son quizás las horas más refrescantes y benéficas del día para percatarse la presencia silenciosa de Dios en nosotros y alrededor de nosotros.

Frecuentemente no somos conscientes de esa presencia porque no ponemos atención a ella.

 Hay ocasiones en que debemos redoblar nuestro sentido del oído, para escuchar a Dios, lo cual hacemos cuando hacemos un esfuerzo para ser concientes del silencio que está dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Es así como tocamos la esencia de Dios, presente en todas partes.  Donde Él no está, solamente está la nada. San Pablo nos dice que "en Él vivimos, nos movemos y somos" (Hechos 17,28).

 Él vive en nosotros a través de la gracia, y nosotros también vivimos en Él a través de Su esencia,  porque Su omnipotencia nos conserva a nosotros y a todo lo demás en la existencia.

Nuestro mismo ser es levantado por Él, y ello debería hacernos concientes de esa fuerza silenciosa que nos sostiene, nos reconstruye, nos moldea y desea transformarnos en Jesús. 

Debemos quedarnos quietos y permitir que Su presencia penetre nuestro ser a base de entregarle nuestra voluntad, la totalidad de nosotros mismos.

En la conciencia del silencio, debemos elevar nuestras mentes a la Trinidad que vive en nuestras almas.

Escuchamos la presencia silenciosa del Padre y decimos: 
"Señor, Padre, engendra a Jesús en mí"

Escuchamos la presencia silenciosa de la Palabra Eterna y decimos: 
"Señor Jesús, da fruto en mí".

Escuchamos la presencia silenciosa del Espíritu Eterno y decimos:
 "Señor Espíritu, transfórmame en Jesús".

El relato de la creación en el Génesis es un hermoso ejemplo de su presencia silenciosa y de sus modos secretos.
Cuando el hombre inventa o produce algo valioso, se escriben muchos libros al respecto. 

Mas el escritor sagrado, inspirado por el Espíritu, que revoloteaba sobre las aguas,  simple y sencillamente afirma la totalidad de la creación en menos de dos páginas.

Algunas personas gustan de imaginar la creación del universo como una explosión caótica, y sin embargo, nuestra experiencia cotidiana de la continua creación de Dios nos enseña todo lo contrario.

Vivimos en la era atómica, pero pocas veces pensamos en la tremenda energía y actividad desplegada por esas partículas invisibles llamadas átomos.  Cada átomo es un sistema solar en miniatura, alrededor del cual electrones y protones giran millones de veces por segundo, y sin embargo, todo pasa en absoluto silencio.  En silencio y en total invisibilidad.

Somos testigos cada primavera de un espectáculo de fantástica energía cuando cada hoja de hierba, cada flor y cada enredadera, en busca del sol, del color y de la vida, se hacen un camino en la tierra- todo en silencio.

El hombre se enorgullece de sus inventos y computadoras, que ocupan tanto espacio en cuartos ruidosos y oficinas.  Y sin embargo, la mente humana, que posee algo mucho más grande que un banco de memoria, es tan callada que nadie sino Dios la escucha razonar y decidir el curso de su vida.

Día y noche trabajan los gigantescos generadores que producen toda la electricidad necesaria para iluminar varias ciudades.  Y sin embargo, cada día, la mitad del mundo se ilumina desde temprano al salir el sol envuelto en dorado resplandor - en hermoso silencio.

Las máquinas inventadas por el hombre para llevar a cabo las tareas que él no puede realizar son pesadas,  grandes y ruidosas. Pero las células nerviosas  Del cerebro que crea esas máquinas pesan menos de la mitad de una onza, son microscópicas- y absolutamente silenciosas en su operación.

Dios trabaja silenciosamente; Su gracia es silenciosa e imperceptible; Su poder vivificante es silencioso; Su providencia es silenciosa; los Milagros que realiza diariamente en la creación son silenciosos; Su poderosa mano, al guiar los destinos de los hombres y las naciones, también es   silenciosa; 

Su presencia, que nos rodea. Como el aire que respiramos, es silenciosa.
Es en el Alma que nos parecemos a Él, de modo que debe ser en el alma donde se realiza nuestra unión con Dios, como Espíritu.

El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. 

El aliento mismo de Dios respira dentro de nosotros, que somos sus templos vivos. Mueve nuestra voluntad pero nunca interfiere con su libertad. Corrige nuestras debilidades con amable persuasión e inspira en el pensamiento Santos deseos y obras llenas de celo.

Él procede del Padre y del Hijo, y toca nuestras almas con un rayo de luz que ilumina nuestras mentes, aumenta nuestra fe, anima nuestra esperanza y pone fuego a nuestra débil caridad. Los buenos pensamientos que tenemos no son sino simples susurros de Su voz amable; nuestra conciencia: el aguijón de Su guía; nuestros deseos de santidad: la chispa de Su amor; la fortaleza de   nuestras almas: el poder de su omnipotencia. Llena nuestras almas de bondad, paz, amor, gozo, amabilidad y misericordia.

Con suaves pensamientos de peligro nos advierte de las ocasiones de pecado. Nos infunde deseos de establecer metas y de trabajar por el Reino. Nos susurra palabras de amor para que podamos hablar con el Padre, y actos de heroísmo para ser realizadas en nombre del Hijo.

Nos vigila cuando dormimos y pone nuestros pies sobre el suelo al comienzo del nuevo día. Mientras no lo echemos fuera de nosotros con el pecado, Él vive en nuestras almas para infundirnos un espíritu de amor que nosotros no podríamos ni siquiera soñar.
Fuimos creados para amar, pero Él nos transforma en amor al hacernos como Él es, y nos hace posible parecernos cada vez más a Jesús en pensamiento y en obra.

Lo que a nosotros nos corresponde en la obra de nuestra propia santificación es permitirle actuar en nosotros con toda libertad, entregarle nuestra voluntad para que la suya se cumpla en nosotros y darle nuestro corazón para que Él lo utilice para amar. 

Él, y sólo Él, puede hacer que Jesús dé fruto en nuestros corazones. Él, y sólo Él, puede otorgarnos la gracia, puesto que sólo Dios puede entregar a Dios a los hombres. Su Espíritu piensa con nuestro pensamiento y respira con nuestro aliento, porque Su deleite es estar con los hijos de los hombres.

Él sabe que está de visita en nuestra casa, como un amigo; nunca dispone de nosotros a su antojo. Viene a nosotros en el bautismo y permanece en nosotros con Sus dones mientras nosotros así lo queramos. Nuestra voluntad es la única que puede echarlo fuera, cuando nos preferimos a nosotros mismos y al pecado más que a Él. Dios y el enemigo no pueden convivir en la misma casa al mismo tiempo. El ruido y la confusión del pecado y del egoísmo ahoga Su voz y lo ahuyenta.

De los tres huéspedes silenciosos, el Espíritu Santo es el más callado, porque Su trabajo consiste en cambiarnos, santificarnos y transformarnos. Por su misma naturaleza se trata de un trabajo oculto, de modo que no interfiera con nuestra voluntad, nuestra personalidad, nuestros talentos y nuestros deseos.

Si no sintonizamos Su presencia silenciosa acabaremos pensando que nosotros somos los que nos santificamos a nosotros mismos- así de oculta, callada y suave es Su obra en nosotros. Pero si educamos el oído para escuchar Sus murmullos silenciosos, pronto nos percataremos de cuán poderoso y amante es Él en nosotros.

 Él es quien arranca los velos de la imperfección que ocultan la presencia de Jesús en nuestro prójimo. Obrando en nosotros, Su amor sale en busca de las necesidades de nuestro vecino. Su fuerza nos da valor para pelear contra el enemigo, el mundo y nosotros mismos, de modo que podamos "revestirnos de la mente de Cristo".

Es Él quien nos enseña a amar con amor desinteresado, hasta la muerte. Es Él quien inspira en nuestros débiles cuerpos un espíritu nuevo, un corazón nuevo y una mente nueva. Cuando leemos la Escritura, Su presencia ilumina lo que antes estaba en la oscuridad.

Cuando estamos en pecado, Su voz nos inspira pensamientos de arrepentimiento.
Cuando nos sentimos incapaces de amar, Él envía una chispa de Su fuego para calentar nuestros corazones congelados.


El cristiano genuino vive en una atmósfera de oración. Para él la oración no es un simple ejercicio espiritual al que se dedica ocasionalmente; es una forma de vida. Hay veces que recita oraciones, cuando pide lo que le hace falta. Pero la mayor parte del tiempo la pasa preparándose a vivir en Dios así como Dios vive en él.

Su alma se eleva hacia Dios como el incienso, dejándose envolver por la nube de Su presencia, que todo lo rodea.

Un cristiano no se esfuerza por encontrar a Dios del modo como alguien busca un objeto perdido. 
Basta con que a cada momento se haga más consciente de lo que ya posee: Su amorosa presencia.

Un cristiano es un realista que no teme el sufrimiento, ni el dolor, ni la persecución, porque no tiene que soportar nada solo. No busca riquezas ni pobreza, pues sabe que ambos vienen de Dios y ambos pueden estar al servicio de Su gloria y del bien del Reino.

Tiene un corazón libre- para amar a amigos y enemigos por igual- porque su único objetivo es ser como Su Padre.

Tiene una mente libre porque cree en los misterios de Dios con humilde aceptación y se deleita en su grandeza y variedad.

Su voluntad es libre y su único deseo es unirse a Dios


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lunes, 15 de diciembre de 2014

Iluminación de la Conciencia...

"La Fuerza y el   Poder  y la obra de la Palabra revelada de forma verbal o  escrita, debe tener valor solo por  la Luz y el Amor del que la inspiro "Dios" 
y no por el autor que la escribe o pronuncia."

"Por ello toda palabra obra o acción buena de toda persona es inspirada solamente desde nuestro interior y revelada por Dios, 
esto solo obedece a las mociones del espíritu bueno que habita en nosotros"

Recordar siempre: El que hace la obra buena, el que dice la palabra y el que alaba al padre en la humanidad del prójimo a travez de las obras buenas es y solo sera "Dios" 
nosotros somos solo el instrumento o el canal por el cual Nuestro padre se sirve para continuar su obra "principio" y terminar su creación "Finalidad de la creación"

"Somos barro en la manos del mejor alfarero."

Después de la soberbia  y el error de los ángeles caídos, se estableció otra fuerza segunda en el universo la del mal contraria a la del Bien Absoluto que es la Fuerza primera, las fuerzas del mal  se  manifiestan en todo el plano material incluyendo al hombre, y  consisten en tentaciones, permanentes que invitan  al ser humano  a desobedecer las leyes de la creación.

Esa insinuación permanente se le denomina Tentación, el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, por consiguiente goza  de su gracia el Bien absoluto en su interior  por eso Dios lo Amo primero lo doto con los medios necesarios para resistir con su ayuda a las insinuaciones o tentaciones de las fuerzas del mal  o ángeles  caídos.

Uno de los grandes tesoros que Dios otorgo al hombre es su libre albedrio, es que pueda elegir claramente entre seguir una insinuación o tentación o elegir aceptar el Camino  de cumplir las las leyes de la creación desde su inicio el Bien absoluto, el Amor a Dios, al Prójimo y la Creación.

 El tiempo juega un papel importante en la vida del hombre por que con el, al transcurrir el día a día el hombre perfecciona su pensamiento su racionalidad, y con la ayuda de la gracia va despertando y entendiendo cada vez mas en su interior cual es el verdadero sentido de la Vida, de Dios, de sus Leyes.

Además que el Identificar cual es  el Camino correcto que debemos elegir a diario para ser feliz en este mundo material y poder alcanzar nuestro nacimiento a la vida eterna.

Cuando el hombre de hoy hace a un lado el Camino del Bien en todo su sentido, a través  de sus malas decisiones, actos, pensamientos etc., en parte  y gran medida es por que experimenta una tentación sugerida por la fuerza del mal que lo vence.

El Amor es La semilla del Bien absoluto, que todos llevamos dentro y esa  gracia que es superior  a la Fuerza del mal,  esa semilla del bien perdurara y triunfara hasta el final de los tiempos por que así se decreto desde antes del inicio de la creación y de la existencia del mal.

Antes de la existencia del mal todo era bien absoluto, por ello el creador de todo lo espiritual y material, al tener una inteligencia infinitamente ilimitada en sobreabundancia de Amor pudo precaver cual seria la forma de combatir  contra cualquier fuerza que se creara después de realizar la obra creadora.

Dios al tener el conocimiento infinito y conocer la profundidad de lo antes mencionado puedo claramente decretar que  toda fuerza creadora de Bien Absoluto primera estará siempre hasta el final de los tiempos por enzima de una fuerza del mal segunda resultante de una primera creación absoluta.

El anterior principio se puede esclarecer y dar forma retornando al pensamiento de la existencia de creación primera y todo lo que este después de esa creación primera será inferior en conocimiento y fuerza y deberá depender exclusivamente del creador, recordando palabras como

Te basta mi gracia (2 Cor.12,9)


"Todo lo puedo en Aquél que me conforta". Con El no hay posibilidad de fracaso, y de esta persuasión nace el santo "complejo de superioridad" para afrontar las tareas con espíritu de vencedores, porque nos concede Dios su fortaleza.

Buscad primero el reino de dios y su justicia (Mateo 6:33).

Nadie será tentado por encima de sus propias fuerzas..


Jesús dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6)

.Jesús exclamó: venid a mí los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. (Mateo 11,28-30)
Todo el que pide recibe… (MATEO 7:7-11).

Con todo lo anterior se puede concluir que Dios protege su creación, sabe cual es su destino, a cada persona le dará siempre los medios necesarios para lograr las metas propuestas antes de la creación además esta atento a retribuir y recompensar de manera clara y precisa los esfuerzos que debe hacer el hombre en su caminar terreno para rechazar la fuerza del mal que habita o ronda como se quiera entender  para que el hombre no cumpla su finalidad para lo cual fue creado  que es y será por siempre ser feliz desde el inicio de su existencia.

El hombre tiene la capacidad voluntaria y racional en mayor o menor medida según lo decreto nuestro padre  a cada hombre de determinar cual es el rumbo de su felicidad.

 La felicidad debe ser el objeto y resultado de todo hombre naciente al habitar la vida presente, por consiguiente allí realiza las fuerzas del mal todo su  obra, el creador lo sabe y por consiguiente le ha dado medios, dones, gracias, le da avisos además que le perdona u olvida o mas bien entiende su limitación su incapacidad y poco a paco le deja al hombre de ayer de hoy y del mañana experimentar desde lo mas profundo de su ser ese combate de esas dos fuerzas del bien y del mal.

Recordar siempre que las leyes del bien perduraran y perseveraran por encima de las del mal en cada acontecimiento personal, grupal, de pueblos y naciones a través de todos los tiempos.

Entendiendo lo anterior el tiempo, le dará al hombre, el conocimiento del creador y su propósito al inicio de la creación, y Dios con su creación saldrá vencedor, prevalecerá y tendrá dominio eterno sobre todas las cosas materiales y espirituales del universo infinito y por siempre, aun teniendo en cuenta de la limitación del hombre como ser finito en cuerpo en espacio, y tiempo, además que su limitación en conocimiento.

 Al hombre le llega  el Conocimiento

Primero por el conocimiento revelado por Dios al hombre de las verdades eternas y de fe,  por cualquier forma y medio.


Segundo el  conocimiento  racional que corresponde al esfuerzo que realiza toda persona por su libre albedrío por saber y entender las verdades absolutas que rigen la creación incluido al hombre mismo y que Dios permite que lo logre.

La vida del hombre en todo su contexto tiene una predestinación sujeta a un camino del seguimiento de las leyes del bien y del mal.

Somos coocreadores del bien y también seremos coocreadores del mal, hay que diferenciar Dios rige las leyes del Bien y permite por su voluntad permisiva que se desarrollen en notros las leyes del mal si nosotros lo permitimos y nos falta su gracia.

Como decir y explicar que el mal se creo solo?
Hubo una creación primera del bien en todo su contexto con exigencia o decreto de cumplimiento de las leyes del Bien,

Si algo que fue fruto de esa creación no cumple por su propio albedrío esa ley del bien, se crea entonces una ley segunda del mal que tendrá como fin u objeto la destrucción en el tiempo futuro mismo de todo lo creado por las leyes del mal.

El seguimiento de las leyes del mal nos inhabilita temporalmente el acercamiento a las leyes del bien o su cumplimento en este caso mencionamos al hombre, digo inhabilita temporalmente por que para ello Dios estableció a través de la historia del hombre tanto en el antiguo testamento como en el nuevo  y a través de su venida y muerte de cruz para redimir al genero humano de toda mancha de pecado,  justificándonos en la cruz.

Prometiéndonos la vida eterna como al buen ladrón y dejándonos los medios necesarios para la reconciliación como lo es la institución del sacramento del perdón o reconciliación, para que podamos cada vez recomenzar de nuevo con su ayuda pero con nuestro deseo.

El que dicta la ley, la promulga, la expone, el autor de ella no podrá en ningún momento de la creación violar su propia ley como es:
Perdonar a los que le ofenden…
Perdonar setenta veces siete…
Poner la otra mejilla…
 Amaras al prójimo…
Tanto amo Dios al hombre que mando a su Hijo al mundo no para juzgarlo si no para Salvarlo.
No se puede decir amen al prójimo, perdónenle PERDONEN LO sin que Dios
  primero no lo haga con nosotros.

Como complemento a lo anterior se puede decir que las leyes del mal no crean o destruyen, sino que disipan, entorpecen, tergiversan, nublan, impiden temporalmente la ley primera de la creación absoluta que es y será la del Bien absoluto, Incluido al hombre y su acercamiento a la fuente misma de donde nació o partió algún día de Dios.

 Por  que al fin y al cabo lo que importa es nuestro acercamiento hacia Dios en esta vida y en la otra, de lo cerca o lejos que estemos del creador será nuestro gozo y felicidad  o el entendimiento de la tierra prometida.

Expuesto todo lo anterior podemos concluir que al final de los tiempos de personas, pueblos, naciones, hasta que Dios lo decrete que, prevalecerán las leyes del bien en todo el contexto de la palabra y eso incluirá al hombre sus planes y su felicidad.

Reinara  entonces la tierra prometida la felicidad y el amor en todo su esplendor

Identifiquemos las fuerzas del mal, y todo lo que nos aparte del Amor y la felicidad
y saber de una vez por todas por que no podemos gozar de la tierra prometida
por causa de la angustia, el desamor la infelicidad, el egoísmo, y la soberbia.

Angustia es contrario a felicidad, y egoísmo contrario al amor y para rivalizar estas dos fuerzas ponemos en el tapete la soberbia que no es mas que la intención plasmada en el hombre o consentida por el hombre por insinuación de las fuerzas segundas del mal, ángeles caídos de revelarse contra toda norma de amor absoluto que rige la creación entera.

La pelea es dura pero entre comillas pelea para nosotros los seres humanos por que para Dios esta todo claro, el solo busca el bien de su creación, dará, justificara y ayudara por medio de la gracia y los sacramentos y su infinita misericordia la incapacidad del hombre en todo sentido por alcanzar la felicidad.

Por ello para poder alcanzar la felicidad se debe renunciar al propio yo,  darle cabida al Dios verdadero que rige la naturaleza creada incluido al hombre y por libre albedrío dejar reinar en nosotros después de combatir a diario contra el enemigo de nuestra felicidad a las leyes del Bien absoluto que es el Amor.

Todos experimentamos y hemos experimentado en mayor y menor mediada lo anterior en nuestra vidas, la dura batalla del bien y del mal.

Siempre seremos felices y gozosos, y seremos premiados en esta vida con la paz en nuestro interior cuando terminemos aceptando y cumpliendo en mayor medida las leyes del Bien.

Leyes del Bien se pueden entender como Mandamientos de la ley de Dios, como Leyes del Amor practicado sin egoísmo o sea Amor Puro y desinteresado a toda la creación,  o como se dejo dicho y escrito a través de los evangelios narrados siguiendo El Camino, buscando la  Verdad y viviendo la verdadera vida la vida en Cristo Jesús.

Para vivir la Vida plena llena de gozo y de felicidad se debe aceptar al creador, sus leyes esforzándonos día a día por cumplirlas, identificar y rechazar las leyes segundas del mal para que con ella reine en nosotros la paz y el amor hacia nosotros mismos, hacia Dios y hacia la creación entera incluida al hombre .
La tierra prometida por Dios desde
 nuestra Creación

Es y será solo una realización de  vida personal donde reine el Amor  de Dios, hacia Dios y al prójimo, después de combatir cada segundo contra las fuerzas del mal que quieren todo lo contrario y reitero que no seamos felices.

Como lograr ser felices en esta vida sabedores  que muchos hombres  tienen todavía mucha carencia de creencia en un ser supremo?

Como ser feliz sabiendo que a diario somos tentados por unas fuerzas superiores a nosotros?

Como ser felices teniendo en cuenta que no tenemos mucho de conocimiento material espiritual y de Dios mismo para responder debidamente a seguir ese Camino?

A estos interrogantes y muchos mas que saltan a la vista y que seria extenso mencionar en este momento, le respondo de la siguiente manera recordando los evangelios y el artífice de ellos a Jesús.
Te basta Mi gracia…

Se le exigirá de acuerdo a lo que se le confió…

Nadie puede ser tentado por encima de sus propias fuerzas…

Y la mas bella Todos somos hijos de Dios…

Recordemos  tenemos su sello su aliento, así no practiquemos o estemos afiliados a ninguna religión o nos declaremos ateos, recordad siempre llevamos su sello su aliento su gracia,  nuestro Padre Dios  lo sabe, deja la puerta abierta para que esas personas en todo su caminar Terreno sigan un Camino  de una forma innata en ellos desde su creación personal ese camino es el del bien la bondad y el Amor.

Y todo solo por ser Hijos de un Creador.

Un ateo Ama, un hombre de cualquier cultura, religión, raza, nación o pueblo ama a su hijo  a su perro a su entorno, a su padre o madre a sus amigos, el saber o experimentar el Amor en mayor o menor medida en el y a su vez irradiarlo a otros  estará cumpliendo con la finalidad para lo cual fue creado Amar.

La persona tentada que consiente el mal 
dice no ser amado o no amar a nadie estará abandonada de Dios?

No, el por que? , es claro,

El protagonista de los evangelios Jesús, expuso claramente y de diversas maneras un ejemplo y es el mas fácil que recordamos en la parábola del Hijo prodigo.

El recordar este bello pasaje nos invita a entender claramente que el hombre busca por todos los medios materiales la felicidad en esta vida, se mete por caminos que el hombre cree ser feliz y tarde o temprano termina entendiendo por su libre albedrio que su felicidad no estaba en ese camino.

Si hiciéramos el ejercicio de preguntar a cada persona de la humanidad que si desviándose del camino del Bien, ha encontrado felicidad la respuesta estoy seguro seria que no la ha encontrado.

Entre mas haya consentido y elegido las leyes del mal mas infelicidad habrá sentido en su corazón y por consiguiente su vida en  la Tierra prometida por
 Dios fue y será un desastre.

Concluyendo, recordad Siempre Yo soy El Camino La Verdad y la Vida, como segunda medida, nuestro señor Jesucristo En sus ultimas palabras en la cruz cuando dio su vida por nosotros exclamo de primera mano :Padre perdónales por que no saben lo que hacen.

El, nos justifico, les reitero El, siempre estará atento a justificarnos a perdonarnos a entendernos a auxiliarnos, a lograr nuestra salvación, necesita solo de nuestro consentimiento que pensemos por un solo momento que queremos escoger y por que motivos no somos felices y que le pidamos que no nos apartemos de su lado. Y el de Nosotros, como los discípulos de Emaús: Señor quédate con nosotros.


”Nadie puede servir a dos señores a Dios y el Dinero, mas amara uno y aborrecerá al otro”

”Ve y vende todo lo que tienes y sígueme le responde Jesús a Joven Rico que le pregunto que tenia que hacer para ganar la vida eterna. 
y ser feliz”

La Tierra Prometida.
Recordando el buen ladrón que hasta en el ultimo momento en esta vida  tuvo la oportunidad de escoger que camino elegir si la tierra prometida de la vida eterna de gozo  que era lo único que le quedaba solo por reconocer desde lo mas profundo de su ser al buen Jesús, con humildad,  por que la tierra prometida que ya había tenido en esta vida mortal ya la había malogrado.

Nosotros rechazando toda norma de piedad de bondad de amor y de temor  de Dios tendremos una  vida de intranquilidad y de tristeza ya en esta vida y por consiguiente de muerte a la vida eterna donde careceremos también de gozo y felicidad y sentiremos tristeza profunda e  inmensa el saber que no podemos acceder a recobrar la oportunidad que tuvimos de ser feliz en esta vida y que por consiguiente perdimos también la eterna. Como le sucedió en la parábola que Jesús expuso de lázaro y el rico opulon 
(Lucas 16, 19-31)

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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Nunca leas para mostrarte más Letrado o Sabio...

...El que se atribuye a sí mismo algo bueno, impide que la gracia de Dios venga sobre él; porque la gracia del Espíritu Santo 
siempre busca el corazón humilde. 



Hijo: si buscas la paz en el trato con alguno para tu entretenimiento y compañía, siempre te hallarás inconstante intranquilo. 

Pero si vas a buscar la verdad que siempre vive y permanece, no te entristecerás por el amigo que se fuere o se muriere. 

En Mí ha de estar el amor del amigo, y por Mí se debe amar cualquiera que en esta vida te parece bueno y muy amable. 

Sin  no vale ni durará la amistad, ni es verdadero ni limpio el amor en que yo no intervengo. 
Tan muerto debes estar a las aficiones de los amigos, que habías de desear (por lo que a ti te toca) vivir lejos de todo trato humano. 

Tanto más se acerca el hombre a Dios, cuanto se desvía de todo gusto terreno. Y tanto más alto sube a Dios, cuánto más bajo desciende en sí, y se tiene por más vil.

Si te supieses perfectamente anonadar y desviar de todo amor creado, yo entonces te llenaría de abundantes gracias. Cuando tú miras a las criaturas, apartas la vista del Creador. Aprende a vencerte en todo por el Creador, y entonces podrás llegar al conocimiento divino. Cualquier cosa, por pequeña que sea, si se ama o mira desordenadamente, nos estorba gozar del sumo bien, y nos daña.

HijoCONTRA LA CIENCIA VANA DEL MUNDO, no te muevan los dichos agudos y limados de los hombres; porque no consiste el reino de Dios en palabras, sino en virtud. 
Mira mis palabras, que encienden los corazones, y alumbran los entendimientos, provocan a compunción y traen muchas consolaciones. 

Nunca leas cosas para mostrarte más letrado o sabio. Estudia en mortificar los vicios; porque más te aprovechará esto que saber muchas cuestiones dificultosas. Cuando hubieres acabado de leer y saber muchas cosas, te conviene venir a un solo principio.

Yo soy el que enseño al hombre la ciencia, y doy más claro entendimiento a los pequeños que ningún hombre puede enseñar. Aquel a quien yo hablo, luego será sabio y aprovechará mucho en el espíritu. ¡Ay de aquellos que quieren aprender de los hombres curiosidades, y cuidan muy poco del camino de servirme a Mí! 

Tiempo vendrá cuando aparecerá el Maestro de los maestros, Cristo, Señor de los ángeles, a oír las lecciones de todos, esto es, a examinar la ciencia de cada uno. Y entonces escudriñará a Jerusalén con candelas, y serán descubiertos los secretos de las tinieblas, y callarán los argumentos de las lenguas.

Yo soy el que levanto en un instante al humilde entendimiento, para que entienda más razones de la verdad eterna, que si hubiese estudiado diez años en las Escuelas. Yo enseño sin ruido de palabras, sin confusión de pareceres, sin fausto de honra, sin alteración de argumentos. 

Yo soy el que enseño a despreciar lo terreno y a aborrecer lo presente, buscar lo eterno; huir de las honras, sufrir los estorbos, poner toda la esperanza en Mí, y fuera de Mí no desear nada, y amarme ardientemente sobre todas las cosas.

Y así uno, amándome entrañablemente aprendió cosas divinas, y hablaba maravillas. Más aprovechó con dejar todas las cosas que con estudiar sutilezas. 

Pero a unos hablo cosas comunes, a otros especiales. A unos me muestro dulcemente con señales y figuras, y a otros revelo misterios con mucha luz. Una cosa dicen los libros;  mas no enseñan igualmente a todos: porque Yo soy doctor interior de la verdad, escudriñador del corazón, conocedor de los pensamientos, promovedor de las acciones, repartiendo a cada uno según juzgo ser digno.

Hijo: NO SE DEBEN BUSCAR LAS COSAS EXTERIORES. En muchas cosas te conviene ser ignorante, y estimarte como muerto sobre la tierra, y a quien todo el mundo este crucificado. A muchas cosas te conviene también hacerte sordo, y pensar más lo que conviene para tu paz. 

Más útil es apartar los ojos de lo que no te agrada, y dejar a cada uno en su parecer, que ocuparte en porfías. Si estás bien con Dios y miras su juicio, fácilmente te darás por vencido.

¡Oh Señor, a qué hemos llegado! Lloramos los daños temporales, por una pequeña ganancia trabajamos y corremos; y el daño espiritual se pasa en olvido, y apenas tarde vuelve a la memoria.

Por lo que poco o nada vale, se mira mucho; y por lo que es muy necesario, se pasa con descuido, porque todo hombre se va a lo exterior, y se presto no vuelve en sí, con gusto se está envuelto en ello.

NO SE DEBE CREER A TODOS;  Y CÓMO FÁCILMENTE SE RESBALA EN LAS PALABRAS.
Señor. 
Ayúdame en la tribulación, porque es vana la seguridad del hombre. 

¿Cuántas veces no hallé fidelidad donde pensé que la había?

 ¿Cuántas veces también la hallé donde menos lo esperaba? 

Por eso es vana la esperanza en los hombres; mas la salud de los justos está en Ti, mi Dios. 
Bendito seas, Señor, Dios mío, en todas las cosas que nos sucedan. Flacos somos y mudables: presto somos engañados, y nos mudamos.

¿Qué hombre hay que se pueda guardar con tanta cautela y discreción en todo, que alguna vez no caiga el algún engaño o perplejidad? 

Mas el que te busca a Ti, Señor, y te busca con sencillo corazón, no resbala tan fácilmente.

Y si cayere en alguna tribulación, de cualquier manera que estuviere en ella enlazado, presto será librado por Ti, o consolado; porque no desamparas para siempre al que en Ti espera. 

Raro es el fiel amigo que persevera en todos los trabajos de su amigo.
Tú, Señor, Tú solo eres fidelísimo en todo, y fuera de Ti no hay otro semejante.

¡Oh, cuán bien lo entendía aquella alma santa que dijo: ¡Mi alma está asegurada y fundada en Jesucristo! 

Si yo estuviese así, no me acongojaría tan presto el temor humano, ni me moverían las palabras injuriosas.

¿Quién puede preverlo todo? ¿Quién es capaz de precaver los males venideros?

Si lo que hemos previsto con tiempo nos daña muchas veces, ¿qué hará lo no prevenido sino perjudicarnos gravemente? Pues ¿por qué, miserable de mí, no me previne mejor? ¿Por qué creí de ligero a otros? 

Pero somos hombres, y hombres flacos y frágiles, aunque por muchos seamos estimados y llamados ángeles. Señor, ¿a quién creeré, a quién sino a Ti? Eres la verdad, que no puede engañar ni ser engañada.

El hombre, al contrario, es falaz, flaco y resbaladizo, especialmente en palabras; de modo que con muy gran dificultad se debe creer lo que parece recto a la primera vista.

Cuán prudentemente nos avisaste que nos guardásemos de los hombres: que los amigos del hombre son los de su casa, y que no diésemos crédito al que nos dijese: A Cristo míralo aquí o míralo allí. He escarmentado en mí mismo: ¡ojalá sea para mi mayor cautela, y no para continuar con mi imprudencia! Cuidado, me dice uno, cuidado, reserva lo que te digo. 

Y mientras yo lo callo, y creo que está oculto, él no pudo callar el secreto que me confió, sino que me descubrió a mí y a sí mismo, y se marchó. 

Defiéndeme, Señor, de a que estas ficciones, y de hombres tan indiscretos, para que nunca caiga en sus manos ni yo incurra en semejantes cosas. 

Pon en mi boca las palabras verdaderas y fieles, y desvía lejos de mí las lenguas astutas. De lo que no puedo sufrir, me debo guardar mucho.

¡Oh, cuán bueno y de cuánta paz es callar de otros, y no creerlo todo fácilmente, ni hablarlo después con ligereza: descubrirse a pocos, buscarte siempre a Ti, que miras al corazón, y no moverse por cualquier viento de palabras, sino desear que todas las cosas interiores y exteriores se acaben y perfecciones según el beneplácito de tu voluntad! 

¡Cuán seguro es para conservar la gracia  celestial huir la vana apariencia, y no codiciar las cosas visibles que causen admiración, sino seguir con toda diligencia las cosas que dan fervor y enmienda de vida! 

¡A cuántos ha dañado la virtud descubierta y alabada antes de tiempo! 

¡Cuán provechosa fue siempre la gracia guardada en silencio en esta vida frágil, que toda es malicia y tentación!

HIJO :LA CONFIANZA QUE DEBEMOS TENER EN DIOS CUANDO NOS DICEN INJURIAS. Está firme y espera en Mí. ¿Qué son las palabras sino palabras? Vuelan por el aire, mas no mellan una piedra. Si estás culpado, determina enmendarte. Si no hallas en ti culpa, llévalo con gusto por Dios. 

Muy poco es el que sufras alguna vez siquiera malas palabras, ya que aún no puedes tolerar grandes golpes. Y ¿por qué tan pequeñas cosas te llegan al corazón, sino porque aún eres carnal, y miras mucho más a los hombres de lo que conviene? 
Porque temes ser despreciado, por esto no quieres ser reprendido de tus faltas, y buscas la sombra de las excusas.

Considérate mejor, y conocerás que aún vive en ti, el amor del mundo, y el deseo vano de agradar a los hombres. Porque en huir de ser abatido y confundido por tus defectos, se muestra hoy claro que no eres humilde verdadero, ni estás del todo muerto al mundo, ni el mundo está a ti crucificado.

Mas oye mis palabras y no cuidarás de cuantas te dijeren los hombres. Dime: si se diere contra ti todo cuanto maliciosamente se pudiera fingir, ¿qué te dañaría, si lo dejases pasar y lo despreciases enteramente?
 Por ventura, ¿te podrías arrancar un cabello?

Mas el que no está dentro de su corazón, ni me tiene a Mí delante de sus ojos, presto se mueve por una palabra de menosprecio; pero el que confía en Mí, y no desea su propio parecer, vivirá sin temer a los hombres. Porque Yo soy el Juez y conozco todos los secretos; Yo sé cómo pasan las cosas; Yo conozco muy bien al que hace la injuria, y también al que la sufre.

De Mí sale esta palabra; permitiéndolo Yo acaece esto, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones. Yo juzgo al culpable y al inocente; pero quise probar primero al uno y al otro con juicio secreto.

El testimonio de los hombres muchas veces engaña: mi juicio es verdadero, firme, y no se revoca. Muchas veces está escondido, y pocos lo penetran en todo: pero nunca yerra, ni puede errar, aunque a los ojos de los necios no parezca recto. A Mí, pues, habéis de recurrir en cualquier juicio y no confiar en el propio saber. Porque el justo no se turbará por cosas que Dios envíe sobre él; y si algún juicio fuere dicho contra él injustamente, no se inquietará por ello. 

Ni se ensalzará vanamente, si otros le defendieren sin razón. Porque sabe que Yo soy quien escudriño los corazones y los pensamientos, y que no juzgo según el exterior y apariencia humana. Antes muchas veces se halla a mis ojos culpable el que al juicio humano parece digno de alabanza.

Señor Dios, justo juez, fuerte y paciente, que conoces la flaqueza y maldad de los hombres, sé Tú mi fortaleza y toda mi confianza, pues no me basta mi conciencia. Tú sabes lo que yo no sé: por eso me debo humillar en cualquier reprensión y llevarla con mansedumbre. 

Perdóname también, Señor piadoso, todas las veces que no lo hice así, y dame gracia de mayor sufrimiento para otra vez.

Porque mejor me está tu misericordia copiosa para alcanzar perdón, que mi presumida justificación para defender lo oculto de mi conciencia. Y aunque ella nada me acuse, no por esto me puedo tener por justo; porque quitada tu misericordia, no será justificado en tu acatamiento ningún viviente.

Hijo:TODAS LAS COSAS PASADAS SE DEBEN PADECER POR LA VIDA ETERNA. No te quebranten los trabajos que has tomado por Mí, ni te abatan del todo las tribulaciones; mas mi promesa te esfuerce y consuele en todo lo que viniere. Yo basto para galardonarte sobre toda manera y medida.
No trabajarás aquí mucho tiempo, ni serás agravado siempre de dolores.

Espera un poquito y verás cuán presto se pasan los males. Vendrá una hora cuando cesará todo trabajo e inquietud. Poco y breve es todo lo que pasa con el tiempo.

Atiende a tu negocio, trabaja fielmente en mi viña, que yo seré tu galardón. Escribe, lee, canta, suspira, calla, ora, sufre varonilmente lo adverso; la vida eterna digna es de esta y de otras mayores peleas. 

Vendrá la paz un día que el Señor sabe, el cual no se compondrá de día y noche como en esta vida temporal, sino de luz perpetua, claridad infinita, paz firme y descanso seguro. 
No dirás entonces: ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? Ni clamarás: ¡Ay de mí que se ha dilatado mi destierro! Porque la muerte estará destruida, y la salud vendrá sin defecto; ninguna congoja habrá ya, sino bienaventurada alegría, compañía dulce y hermosa.

¡Oh! ¡Si vieses las coronas eternas de los Santos en el cielo, y de cuánta gloria gozan ahora los que eran en este mundo despreciados, y tenidos por indignos de vivir! Por cierto luego te humillarías hasta la tierra, y desearías más estar sujeto a todos, que mandar a uno solo. 

Y no codiciarías los días placenteros de esta vida: sino antes te alegrarías de ser atribulado por Dios, y tendrías por grandísima ganancia ser tenido por nada entre los hombres.

¡Oh! Si gustases aquestas cosas, y las rumiases profundamente en tu corazón, ¿cómo te atreverías a quejarte ni una sola vez? ¿No te parece que son de sufrir todas las cosas trabajosas por la vida eterna? No es cosa de poco momento ganar o perder el reino de Dios. 

Levanta, pues, tu rostro al cielo: mírame a Mí, y conmigo a todos los Santos, los cuales tuvieron graves combates en este siglo; ahora se regocijan, y están consolados y seguros; ahora descansan en paz, y permanecerán conmigo sin fin en el reino de mi Padre.

¡Oh bienaventurada mansión de la ciudad soberana! ¡Oh día clarísimo de la eternidad, que no obscurece la noche, sino que siempre le alumbra la pura verdad, día siempre alegre, siempre seguro, y siempre sin mudanza! 

¡Oh, si ya amaneciese este día, y desapareciesen todas estas cosas temporales! Alumbra por cierto a los Santos con una perpetua claridad, mas no así a los que están en esta peregrinación sino de lejos, y como en figura.

Los ciudadanos del cielo saben cuán alegre sea aquel día; los desterrados hijos de Eva gimen de ver que éste sea tan amargo y lleno de tedio. Los días de este mundo son pocos y malos, llenos de dolores y angustias, donde el hombre se ve manchado con muchos pecados; enredado en muchas pasiones, angustiado de muchos temores, ocupado con muchos cuidados, distraído con muchas curiosidades, complicado en muchas vanidades, envuelto en muchos errores, quebrantado con muchos trabajos; las tentaciones lo acosan, los placeres lo afeminan, la pobreza le atormenta.

¡Oh, cuándo se acabarán todos estos males! ¡Cuándo me veré libre de la servidumbre de los vicios! ¡Cuándo me acordaré, Señor, de Ti solo! ¡Cuándo me alegraré cumplidamente en Ti! ¡Cuándo estaré sin ningún impedimento en verdadera libertad, y sin ninguna molestia de alma y cuerpo! ¡Cuándo tendré firme paz, paz imperturbable y segura; paz por dentro y por fuera; paz del todo permanente! 

¡Oh buen Jesús! ¡Cuándo estaré para verte! ¡Cuándo contemplaré la gloria de tu reino! ¡Cuándo me serás todo en todas las cosas! ¡Cuándo estaré contigo en tu reino, el cual preparaste desde la eternidad para tus escogidos! Me han dejado acá, pobre y desterrado en tierra de enemigos, donde hay continuas peleas y grandes calamidades.

Consuela mi destierro, mitiga mi dolor, porque a Ti suspira todo mi deseo. Todo el placer del mundo es para mí pesada carga. Deseo gozarte íntimamente; mas no puedo conseguirlo. Deseo estar unido con las cosas celestiales; pero me abaten las temporales y las pasiones no mortificadas.

Con el espíritu quiero elevarme sobre todas las cosas; pero la carne me violenta a estar debajo de ellas. Así yo, hombre infeliz, peleo conmigo, y me soy enfadoso a mí mismo, viendo que el espíritu busca lo de arriba, y la carne lo de abajo.

¡Oh Señor, cuanto padezco cuando revuelvo en mi pensamiento las cosas celestiales, y luego se me ofrece un tropel de cosas del mundo! Dios mío, no te alejes de mí, ni te desvíes con ira de tu siervo. 

Resplandezca un rayo de tu claridad, y destruya estas tinieblas; envía tus saetas, y contúrbense todas las asechanzas del enemigo. Recoge todos mis sentidos en Ti; hazme olvidar todas las cosas mundanas, otórgame desechar y apartar de mí aun las sombras de los vicios.

Socórreme, Verdad eterna, para que no me mueva vanidad alguna. Ven, suavidad celestial, y huya de tu presencia toda torpeza.

Perdóname también y mírame con misericordia todas cuantas veces pienso en la oración alguna cosa fuera de Ti. Pues confieso ingenuamente que acostumbro a estar muy distraído. De modo que muchas veces no estoy allí donde se halla mi cuerpo en pie o sentado, sino más bien allá donde me lleva mi pensamiento. Allí estoy donde está mi pensamiento; allí está mi pensamiento a menudo donde está lo que amo. Al punto me ocurre lo que naturalmente deleita o agrada por la costumbre.

Por lo cual, Tú, Verdad eterna, dijiste: Donde está tu tesoro, allí está tu corazón. Si amo al cielo, con gusto pienso en las cosas celestiales. Si amo el mundo, alégrome con sus prosperidades, y me entristezco con sus adversidades. 
Si amo la carne, muchas veces pienso en las cosas carnales. Si amo el espíritu, recréome en pensar cosas espirituales. 

Porque de todas las cosas que amo, hablo y oigo con gusto, y lleno conmigo a mi casa las ideas de ellas. 

Pero bienaventurado aquel por tu amor da repudio a todo lo creado; que hace fuerza a su natural, y crucifica los apetitos carnales con el fervor del espíritu, para que, serena su conciencia, te ofrezca oración pura, y sea digno de estar entre los coros angélicos, desechadas dentro y fuera de sí todas las cosas terrenas.

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