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miércoles, 25 de enero de 2012

Tarde te amé – San Agustín






Tarde te amé, oh Hermosura siempre antigua y siempre nueva, tarde te amé! 

He aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera de mí mismo. Te buscaba afuera, me precipitaba, deforme como era, sobre las cosas hermosas de tu creación. 

Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo; estaba retenido lejos de ti a través de esas cosas que no existirían si no estuvieran en ti. 

Has clamado, y tu grito ha quebrantado mi sordera; has brillado, y tu resplandor ha curado mi ceguera; has exhalado tu perfume, lo he aspirado, y ahora te anhelo a ti. 

Te he gustado, y ahora tengo hambre y sed de ti; me has tocado, y ardo en deseo de la paz 
que tú das.

Cuando todo mi ser esté unido a ti, ya no habrá para mí dolor ni fatiga. Entonces mi vida, llena de ti, será la verdadera vida. Al que llenas tú, lo aligeras; ahora, puesto que todavía no estoy lleno de ti, soy un peso para mí mismo… 

¡Señor, ten piedad de mí! 
Mis malas tristezas, luchan contra mis buenos gozos; ¿saldré victorioso de esta lucha? 

¡Ten piedad de mí, Señor! ¡Soy tan pobre! 
Aquí tienes mis heridas, no te las escondo. 

Tú eres el médico, yo soy el enfermo. 
Tú eres la misma misericordia, yo soy miseria.

-SAN AGUSTÍN-

1 comentario:

marielos matute dijo...

Bendito sea san agustin 1,600 años después lo admiro y lo quiero. Me parce siempre actual y me ayuda en mi camino hacia Dios.