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viernes, 27 de febrero de 2015

El Espíritu Santo dice Conviene Orar...



En la oración la soberbia, con la ayuda de la gracia, puede transformarse en humildad. Y brota la verdadera alegría en el alma, aun cuando notemos todavía el barro en las alas, el lodo de la pobre miseria, que se está secando. Después, con la mortificación, caerá ese barro y podremos volar muy alto, porque nos será favorable el viento de la misericordia de Dios.

Siempre que sentimos en nuestro corazón deseos de mejorar, de responder más generosamente al Señor, y buscamos una guía, un norte claro para nuestra existencia cristiana, el Espíritu Santo trae a nuestra memoria las palabras del Evangelio: conviene orar perseverantemente y no desfallecer. La oración es el fundamento de toda labor sobrenatural; con la oración somos omnipotentes y, si prescindiésemos de este recurso, no lograríamos nada.

Quisiera que hoy,  nos persuadiésemos definitivamente de la necesidad de disponernos a ser almas contemplativas, en medio de la calle, del trabajo, con una conversación continua con nuestro Dios, que no debe decaer a lo largo del día. Si pretendemos seguir lealmente los pasos del Maestro, ése es el único camino.

Volvamos nuestros ojos a Jesucristo, que es nuestro modelo, el espejo en el que debemos mirarnos. ¿Cómo se comporta, exteriormente también, en las grandes ocasiones? ¿Qué nos dice de El el Santo Evangelio? Me conmueve esa disposición habitual de Cristo, que acude al Padre antes de los grandes milagros; y su ejemplo, retirándose cuarenta días con cuarenta noches al desierto, antes de iniciar su vida pública, para rezar.

Es muy importante —perdonad mi insistencia— observar los pasos del Mesías, porque El ha venido a mostrarnos la senda que lleva al Padre. Descubriremos, con El, cómo se puede dar relieve sobrenatural a las actividades aparentemente más pequeñas; aprenderemos a vivir cada instante con vibración de eternidad, y comprenderemos con mayor hondura que la criatura necesita esos tiempos de conversación íntima con Dios: para tratarle, para invocarle, para alabarle, para romper en acciones de gracias, para escucharle o, sencillamente, para estar con El.

Ya hace muchos años, considerando este modo de proceder de mi Señor, llegué a la conclusión de que el apostolado, cualquiera que sea, es una sobreabundancia de la vida interior. Por eso me parece tan natural, y tan sobrenatural, ese pasaje en el que se relata cómo Cristo ha decidido escoger definitivamente a los primeros doce. Cuenta San Lucas que, antes, pasó toda la noche en oración. 

Vedlo también en Betania, cuando se dispone a resucitar a Lázaro, después de haber llorado por el amigo: levanta los ojos al cielo y exclama: Padre, gracias te doy porque me has oído. Esta ha sido su enseñanza precisa: si queremos ayudar a los demás, si pretendemos sinceramente empujarles para que descubran el auténtico sentido de su destino en la tierra, es preciso que nos fundamentemos en la oración.


Son tantas las escenas en las que Jesucristo habla con su Padre, que resulta imposible detenernos en todas. Pero pienso que no podemos dejar de considerar las horas, tan intensas, que preceden a su Pasión y Muerte, cuando se prepara para consumar el Sacrificio que nos devolverá al Amor divino. En la intimidad del Cenáculo su Corazón se desborda: se dirige suplicante al Padre, anuncia la venida del Espíritu Santo, anima a los suyos a un continuo fervor de caridad y de fe.

Ese encendido recogimiento del Redentor continúa en Getsemaní, cuando percibe que ya es inminente la Pasión, con las humillaciones y los dolores que se acercan, esa Cruz dura, en la que cuelgan a los malhechores, que El ha deseado ardientemente.Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz. Y enseguida: pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Más tarde, cosido al madero, solo, con los brazos extendidos con gesto de sacerdote eterno, sigue manteniendo el mismo diálogo con su Padre:en tus manos encomiendo mi espíritu.

Contemplemos ahora a su Madre bendita, Madre nuestra también. En el Calvario, junto al patíbulo, reza. No es una actitud nueva de María. Así se ha conducido siempre, cumpliendo sus deberes, ocupándose de su hogar. Mientras estaba en las cosas de la tierra, permanecía pendiente de Dios. 

Cristo, perfectus Deus, perfectus homo, quiso que también su Madre, la criatura más excelsa, la llena de gracia, nos confirmase en ese afán de elevar siempre la mirada al amor divino. Recordad la escena de la Anunciación: baja el Arcángel, para comunicar la divina embajada —el anuncio de que sería Madre de Dios—, y la encuentra retirada en oración. María está enteramente recogida en el Señor, cuando San Gabriel la saluda: Dios te salve, ¡oh, llena de gracia!, el Señor es contigo. Días después rompe en la alegría del Magnificat —ese canto mariano, que nos ha transmitido el Espíritu Santo por la delicada fidelidad de San Lucas—, fruto del trato habitual de la Virgen Santísima con Dios.

Nuestra Madre ha meditado largamente las palabras de las mujeres y de los hombres santos del Antiguo Testamento, que esperaban al Salvador, y los sucesos de que han sido protagonistas. Ha admirado aquel cúmulo de prodigios, el derroche de la misericordia de Dios con su pueblo, tantas veces ingrato. 

Al considerar esta ternura del Cielo, incesantemente renovada, brota el afecto de su Corazón inmaculado: mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu está transportado de gozo en el Dios salvador mío; porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava. Los hijos de esta Madre buena, los primeros cristianos, han aprendido de Ella, y también nosotros podemos y debemos aprender.

En los Hechos de los Apóstoles se narra una escena que a mí me encanta, porque recoge un ejemplo claro, actual siempre: perseveraban todos en la enseñanza de los Apóstoles, y en la comunicación de la fracción del pan, y en la oración. Es una anotación insistente, en el relato de la vida de los primeros seguidores de Cristo: todos, animados de un mismo espíritu, perseveraban juntos en oración. Y cuando Pedro es apresado por predicar audazmente la verdad, deciden rezar. La Iglesia incesantemente elevaba su petición por él.

La oración era entonces, como hoy, la única arma, el medio más poderoso para vencer en las batallas de la lucha interior: ¿hay entre vosotros alguno que está triste? Que se recoja en oración. Y San Pablo resume: orad sin interrupción, no os canséis nunca de implorar.


¿Cómo hacer oración? Me atrevo a asegurar, sin temor a equivocarme, que hay muchas, infinitas maneras de orar, podría decir. Pero yo quisiera para todos nosotros la auténtica oración de los hijos de Dios, no la palabrería de los hipócritas, que han de escuchar de Jesús: no todo el que repite: ¡Señor!, ¡Señor!, entrará en el reino de los cielos. Los que se mueven por la hipocresía, pueden quizá lograr el ruido de la oración —escribía San Agustín—, pero no su voz, porque allí falta la vida, y está ausente el afán de cumplir la Voluntad del Padre. Que nuestro clamar ¡Señor! vaya unido al deseo eficaz de convertir en realidad esas mociones interiores, que el Espíritu Santo despierta en nuestra alma.

Hemos de esforzarnos, para que de nuestra parte no quede ni sombra de doblez. El primer requisito para desterrar ese mal que el Señor condena duramente, es procurar conducirse con la disposición clara, habitual y actual, de aversión al pecado. Reciamente, con sinceridad, hemos de sentir —en el corazón y en la cabeza— horror al pecado grave. Y también ha de ser nuestra la actitud, hondamente arraigada, de abominar del pecado venial deliberado, de esas claudicaciones que no nos privan de la gracia divina, pero debilitan los cauces por los que nos llega.

No me he cansado nunca y, con la gracia de Dios, nunca me cansaré de hablar de oración. Hacia 1930, cuando se acercaban a mí, sacerdote joven, personas de todas las condiciones —universitarios,  obreros, sanos y enfermos, ricos y pobres, sacerdotes y seglares—, que intentaban acompañar más de cerca al Señor, les aconsejaba siempre: rezad. Y si alguno me   contestaba: no sé ni siquiera cómo empezar, le recomendaba que se pusiera en la presencia del Señor y le manifestase su inquietud, su ahogo, con esa misma queja: Señor, ¡que no sé! Y, tantas veces, en aquellas humildes confidencias se concretaba la intimidad con Cristo, un trato asiduo con El.

Han transcurrido muchos años, y no conozco otra receta. Si no te consideras preparado, acude a Jesús como acudían sus discípulos: ¡enséñanos a hacer oración!. Comprobarás cómo el Espíritu Santo ayuda a nuestra flaqueza, pues no sabiendo siquiera qué hemos de pedir en nuestras oraciones, ni cómo conviene expresarse, el mismo Espíritu facilita nuestros ruegos con gemidos que son inexplicables, que no pueden contarse, porque no existen modos apropiados para describir su hondura.

¡Qué firmeza nos debe producir la Palabra divina! No me he inventado nada, cuando —a lo largo de mi ministerio sacerdotal— he repetido y repito incansablemente ese consejo. Está recogido de la Escritura Santa, de ahí lo he aprendido: ¡Señor, que no sé dirigirme a Ti! ¡Señor, enséñanos a orar! Y viene toda esa asistencia amorosa —luz, fuego, viento impetuoso— del Espíritu Santo, que alumbra la llama y la vuelve capaz de provocar incendios de amor.

Ya hemos entrado por caminos de oración. ¿Cómo seguir? ¿No habéis visto cómo tantos —ellas y ellos— parece que hablan consigo mismos, escuchándose complacidos? Es una verborrea casi continua, un monólogo que insiste incansablemente en los problemas que les preocupan, sin poner los medios para resolverlos, movidos quizá únicamente por la morbosa ilusión de que les compadezcan o de que les admiren. Se diría que no pretenden más.

Cuando se quiere de verdad desahogar el corazón, si somos francos y sencillos, buscaremos el consejo de las personas que nos aman, que nos entienden: se charla con el padre, con la madre, con la mujer, con el marido, con el hermano, con el amigo. Esto es ya diálogo, aunque con frecuencia no se desee tanto oír como explayarse, contar lo que nos ocurre. Empecemos a conducirnos así con Dios, seguros de que El nos escucha y nos responde; y le atenderemos y abriremos nuestra conciencia a una conversación humilde, para referirle confiadamente todo lo que palpita en nuestra cabeza y en nuestro corazón: alegrías, tristezas, esperanzas, sinsabores, éxitos, fracasos, y hasta los detalles más pequeños de nuestra jornada. Porque habremos comprobado que todo lo nuestro interesa a nuestro Padre Celestial.

Venced, si acaso la advertís, la poltronería, el falso criterio de que la oración puede esperar. No retrasemos jamás esta fuente de gracias para mañana. Ahora es el tiempo oportuno. Dios, que es amoroso espectador de nuestro día entero, preside nuestra íntima plegaria: y tú y yo —vuelvo a asegurar— hemos de confiarnos con El como se confía en un hermano, en un amigo, en un padre. Dile —yo se lo digo— que El es toda la Grandeza, toda la Bondad, toda la Misericordia. Y añade: por eso quiero enamorarme de Ti, a pesar de la tosquedad de mis maneras, de estas pobres manos mías, ajadas y maltratadas por el polvo de los vericuetos de la tierra.

Así, casi sin enterarnos, avanzaremos con pisadas divinas, recias y vigorosas, en las que se saborea el íntimo convencimiento de que junto al Señor también son gustosos el dolor, la abnegación, los sufrimientos. ¡Qué fortaleza, para un hijo de Dios, saberse tan cerca de su Padre! Por eso, suceda lo que suceda, estoy firme, seguro contigo, Señor y Padre mío, que   eres la roca y la fortaleza.

Para algunos, todo esto quizá resulta familiar; para otros, nuevo; para todos, arduo. Pero yo, mientras me quede aliento, no cesaré de predicar la necesidad primordial de ser alma de oración ¡siempre!, en cualquier ocasión y en las circunstancias más dispares, porque Dios no nos abandona nunca. No es cristiano pensar en la amistad divina exclusivamente como en un recurso extremo. ¿Nos puede parecer normal ignorar o despreciar a las personas que amamos? Evidentemente, no. A los que amamos van constantemente las palabras, los deseos, los pensamientos: hay como una continua presencia. Pues así con Dios.

Con esta búsqueda del Señor, toda nuestra jornada se convierte en una sola íntima y confiada conversación. Lo he afirmado y lo he escrito tantas veces, pero no me importa repetirlo, porque Nuestro Señor nos hace ver —con su ejemplo— que ése es el comportamiento certero: oración constante, de la mañana a la noche y de la noche a la mañana. Cuando todo sale con facilidad: ¡gracias, Dios mío! Cuando llega un momento difícil: ¡Señor, no me abandones! Y ese Dios, manso y humilde de corazón, no olvidará nuestros ruegos, ni permanecerá indiferente, porque El ha afirmado: pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá.

Procuremos, por tanto, no perder jamás el punto de mira sobrenatural, viendo detrás de cada acontecimiento a Dios: ante lo agradable y lo desagradable, ante el consuelo... y ante el desconsuelo por la muerte de un ser querido. Primero de todo, la charla con tu Padre Dios, buscando al Señor en el centro de nuestra alma. No es cosa que pueda considerarse como pequeñez, de poca monta: es manifestación clara de vida interior constante, de auténtico diálogo de amor. Una práctica que no nos producirá ninguna deformación psicológica, porque —para un cristiano— debe resultar tan natural como el latir del corazón.

Oraciones vocales y oración mental

En este entramado, en este actuar de la fe cristiana se engarzan, como joyas, las oraciones vocales. Son fórmulas divinas: Padre Nuestro..., Dios te salve, María..., Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Esa corona de alabanzas a Dios y a Nuestra Madre que es el Santo Rosario, y tantas, tantas otras aclamaciones llenas de piedad que nuestros hermanos cristianos han recitado desde el principio.

San Agustín, comentando un versículo del Salmo 85 —Señor, apiádate de mí, porque todo el día clamé a ti, no un día solo—, escribe: por todo el día entiende todo el tiempo, sin cesar... Un solo hombre alcanza hasta el fin del mundo; pues claman los idénticos miembros de Cristo, algunos ya descansan en El, otros le invocan actualmente y otros implorarán cuando nosotros hayamos muerto, y después de ellos seguirán otros suplicando. ¿No os emociona la posibilidad de participar en este homenaje al Creador, que se perpetúa en los siglos? ¡Qué grande es el hombre, cuando se reconoce criatura predilecta de Dios y acude a El, tota die, en cada instante de su peregrinación terrena!

Que no falten en nuestra jornada unos momentos dedicados especialmente a frecuentar a Dios, elevando hacia El nuestro pensamiento, sin que las palabras tengan necesidad de asomarse a los labios, porque cantan en el corazón. Dediquemos a esta norma de piedad un tiempo suficiente; a hora fija, si es posible. Al lado del Sagrario, acompañando al que se quedó por Amor. Y si no hubiese más remedio, en cualquier parte, porque nuestro Dios está de modo inefable en nuestra alma en gracia. Te aconsejo, sin embargo, que vayas al oratorio siempre que puedas: y pongo empeño en no llamarlo capilla, para que resalte de modo más claro que no es un sitio para estar, con empaque de oficial ceremonia, sino para levantar la mente en recogimiento e intimidad al cielo, con el convencimiento de que Jesucristo nos ve, nos oye, nos espera y nos preside desde el Tabernáculo, donde está realmente presente escondido en las especies sacramentales.

Cada uno de vosotros, si quiere, puede encontrar el propio cauce, para este coloquio con Dios. No me gusta hablar de métodos ni de fórmulas, porque nunca he sido amigo de encorsetar a nadie: he procurado animar a todos a acercarse al Señor, respetando a cada alma tal como es, con sus propias características. Pedidle que meta sus designios en nuestra vida: no sólo en la cabeza, sino en la entraña del corazón y en toda nuestra actividad externa. Os aseguro que de este modo os ahorraréis gran parte de los disgustos y de las penas del egoísmo, y os sentiréis con fuerza para extender el bien a vuestro alrededor. ¡Cuántas contrariedades desaparecen, cuando interiormente nos colocamos bien próximos a ese Dios nuestro, que nunca abandona! Se renueva, con distintos matices, ese amor de Jesús por los suyos, por los enfermos, por los tullidos, que pregunta: ¿qué te pasa? Me pasa... Y, enseguida, luz o, al menos, aceptación y paz.

Al invitarte a esas confidencias con el Maestro me refiero especialmente a tus dificultades personales, porque la mayoría de los obstáculos para nuestra felicidad nacen de una soberbia más o menos oculta. Nos juzgamos de un valor excepcional, con cualidades extraordinarias; y, cuando los demás no lo estiman así, nos sentimos humillados. Es una buena ocasión para acudir a la oración y para rectificar, con la certeza de que nunca es tarde para cambiar la ruta. Pero es muy conveniente iniciar ese cambio de rumbo cuanto antes.

En la oración la soberbia, con la ayuda de la gracia, puede transformarse en humildad. Y brota la verdadera alegría en el alma, aun cuando notemos todavía el barro en las alas, el lodo de la pobre miseria, que se está secando. Después, con la mortificación, caerá ese barro y podremos volar muy alto, porque nos será favorable el viento de la misericordia de Dios.

Mirad que el Señor suspira por conducirnos a pasos maravillosos, divinos y humanos, que se traducen en una abnegación feliz, de alegría con dolor, de olvido de sí mismo. Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo. Un consejo que hemos escuchado todos. Hemos de decidirnos a seguirlo de verdad: que el Señor pueda servirse de nosotros para que, metidos en todas las encrucijadas del mundo —estando nosotros metidos en Dios—, seamos sal, levadura, luz. Tú, en Dios, para iluminar, para dar sabor, para acrecentar, para fermentar.

Pero no me olvides que no creamos nosotros esa luz: únicamente la reflejamos. No somos nosotros los que salvamos las almas, empujándolas a obrar el bien: somos tan sólo un instrumento, más o menos digno, para los designios salvadores de Dios. Si alguna vez pensásemos que el bien que hacemos es obra nuestra, volvería la soberbia, aún más retorcida; la sal perdería el sabor, la levadura se pudriría, la luz se convertiría en tinieblas.

martes, 24 de febrero de 2015

MODOS DE SANTIFICARSE..

...La santidad requiere obediencia total a la voluntad de Dios. 

"Ningún atleta recibe la medalla de campeón, Si no ha competido según el reglamento. ( 2 ti 2,5 )

La Santidad no está en las obras
Existen almas imprudentes que consideran como lo mas importante para adquirir la perfección y la Santidad, el dedicarse a obras exteriores.

Para dar buenos frutos hay que reformar los pensamientos y sentimientos y actitudes. 
Hay que dominar las malas inclinaciones.

Apocalipsis 2,11
El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias:
el vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda.

En este mundo libramos un combate espiritual que decidirá nuestro destino eterno. 

¡Que pocos lo entienden! 
Una de las tácticas del enemigo es mantenernos dormidos, distraídos con mil cosaspara así vencernos.

"La vida espiritual consiste en conocer la infinita grandeza y bondad de Dios, junto a un grande sentido de nuestra propia debilidad y tendencia para el mal; en amar a Dios y detestarnos a nosotros mismos; en humillarnos no solamente delante de El sino, por Su causa, también delante de los hombres; en renunciar enteramente a nuestra propia voluntad para hacer la Suya. 

Consiste, finalmente, en hacer todo solamente por la gloria de su santo Nombre, con un único propósito - agradarle -, por un sólo motivo: que El sea amado y servido por todas sus criaturas. (...)

Por eso, es necesario luchar constantemente contra uno mismo y emplear toda la fuerza para arrancar cada inclinación viciosa, incluso las triviales. 

 Consecuentemente, para prepararse al combate la persona debe reunir toda su resolución y coraje. Nadie será premiado con la corona si no hubiere combatido con coraje. (...)

Aquel que tuviese el coraje de conquistar sus pasiones, controlar sus apetitos y rechazar hasta los más mínimos movimientos de su voluntad, practica una acción más meritoria a los ojos de Dios que si, sin eso, rasgase sus carnes con las más agudas disciplinas, ayunase con mayor austeridad que la de los Padres del desierto, o convirtiese multitudes de pecadores (...)

Lo que Dios espera de nosotros, sobretodo, es una seria aplicación en conquistar nuestras pasiones; y eso es más propiamente el cumplimento de nuestro deber que si, con apetito incontrolado, nosotros Le hiciésemos un gran servicio. (...)

Para obtener eso, se debe estar resuelto a una perpetua guerra contra sí mismo, comenzando por armarse de las cuatro armas sin las cuales es imposible obtener la victoria en ese combate espiritual. 

Esas cuatro armas son: desconfianza de sí mismo, confianza en Dios, apropiado uso de las facultades del cuerpo y del alma, y el deber de la oración".

Debemos saber cual es la meta de nuestra vida:
No es aumentar placeres, ni hacernos ricos ni famosos. 
Es más bien vivir para siempre como hijos amorosos y fieles de Dios.

 Desearlo con todo el corazón es la más alta y gloriosa empresa. En esto consiste la perfección cristiana y la verdadera vida espiritual. 
No se trata de hacer algunas buenas obras para sentirnos buenos. No confundamos los medios, que son las prácticas de nuestra fe con el fin que es el reino de Jesús sobre nuestros corazones.

Dominarnos a nosotros mismos. Hay que vencer la rebeldía de la carne hasta que el espíritu tenga plena autoridad.

Es así como llegamos a ser hombres nuevos en el Espíritu, como deseaba San Pablo: "Como ciudadanos del cielo" (Fil 3,20). Esto no lo logran los cobardes y los afectos a este mundo. San Pablo nos dice:

"Castigo mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que enseñando a otros el camino de la santidad, yo me quede sin llegar a conseguirla" (I Co 9, 27). Este castigo se trata sobre todo de dominarse a si mismo para hacer la voluntad de Dios en cada momento.

Entregarle la autoridad sobre nuestro tiempo, nuestros pensamientos y corazón. Para ello hay que dedicarse a la oración, a la meditación, y a pensar en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, no por curiosidad, ni para conseguir gozos sensibles, sino para lograr apreciar mejor, cuan grande es la bondad y misericordia de Nuestro Señor, y cuan espantosa es nuestra ingratitud y nuestra maldad.

"Si alguien quiere venir conmigo, niéguese a si mismo, acepte su cruz de sufrimientos de cada día y sígame" (Mat. 16,24).

Cristo nos enseña que se triunfa venciéndose a si mismo y aceptando con paciencia las adversidades.

Recibir dignamente y con frecuencia los sacramentos.
A las almas que desean llegar a la Santidad, El Divino Espíritu les recuerda frecuentemente la necesidad absoluta de recurrir a Jesús, La Divina Misericordia que nos da el perdón en la confesión y se nos da como Pan de Vida en la Eucaristía.

La santidad requiere obediencia total a la voluntad de Dios. "Ningún atleta recibe la medalla de campeón, Si no ha competido según el reglamento. ( 2 ti 2,5 )

La Santidad no está en las obras
Existen almas imprudentes que consideran como lo mas importante para adquirir la perfección y la Santidad, el dedicarse a obras exteriores.

Las obras buenas son el fruto y no la fuente de la vida. Sería dañino dedicarse a las obras si nuestra alma no se alimenta de la fuente. 
Para dar buenos frutos hay que reformar los pensamientos y sentimientos y actitudes. Hay que dominar las malas inclinaciones.

UNA TRAMPA. 
Los enemigos de nuestra salvación, viendo que la cantidad de ocupaciones que nos atraen, nos apartan del verdadero camino que lleva a la Santidad, no solo nos animan a seguirlas practicando, sino que nos llenan la imaginación de quiméricas y falsas ideas, tratando de convencernos de que por dedicarnos a muchas acciones exteriores ya con eso nos estamos ganando un maravilloso paraíso eterno (olvidando lo que decía un santo:


"OJALA SE CONVENCIERAN LOS QUE ANDAN TAN OCUPADOS Y PREOCUPADOS POR TANTAS OBRAS EXTERIORES,
 QUE MUCHO MAS GANARÍAN PARA SU PROPIA
 SANTIDAD Y PARA EL BIEN DE LOS DEMÁS, SI SE DEDICARAN UN POCO MAS A LO QUE 
ES ESPIRITUAL Y SOBRENATURAL; 
DE LO CONTRARIO TODO SERÁ LOGRAR POCO,
 O NADA, O MENOS QUE NADA, 
PUES SIN VIDA ESPIRITUAL SE PUEDE HASTA 
LLEGAR A HACER MAS DAÑO QUE BIEN).

Cuidado con los pensamientos grandiosos.
Durante la oración hay la tentación de que se nos llene la cabeza de pensamientos grandiosos y hasta curiosos y agradables acerca de futuros apostolados y trabajos por las almas, en vez de dedicar ese tiempo precioso a amar a Dios, adorarlo, pensar en sus perfecciones, darle gracias, pedirle perdón por nuestros pecados; nos dedicamos a volar como vanas mariposas por un montón de temas que no son oración y aun como moscardones volando con la imaginación por los basureros de este mundo.

Aunque la persona se dedique a muchas obras exteriores, pasando tiempos y tiempos en fantasías e imaginaciones,

LA SEÑAL PARA SABER A QUE GRADO DE ESPIRITUALIDAD ES AVERIGUAR QUE CAMBIO Y QUE TRANSFORMACIÓN HA TENIDO SU VIDA, SU CONDUCTA Y SUS COSTUMBRES.

Porque si a pesar de tantas obras y proyectos siguen deseando siempre que les prefieran a los demás, se muestra lleno de caprichos, rebelde y obstinado en su propio parecer sin querer aceptar el parecer de los otros y sin preocuparse de observar sus propias miserias y debilidades se dedica a observar con ojos muy abiertos las faltas y miserias ajenas (repitiendo lo que tanto criticaba Jesús:

"SE FIJAN EN LA BASURITA QUE HAY EN LOS OJOS
DE LOS DEMÁS Y NO EN LA VIGA QUE
LLEVAN EN SUS PROPIOS OJOS".

Esto es señal que el grado de su Santidad es muy bajo todavía. Y si cuando alguien se atreve a herirles algo en su propia estimación con críticas u observaciones o negación de especiales demostraciones de aprecio, estallan en ira e indignación.

 Cuando se les dice que lo importante no es tanto el numero de oraciones y devociones que tiene, sino la calidad y el amor a Dios, al prójimo que hay en esas practicas de piedad; se enojan, se turban, se llenan de inquietud y no aceptan esto de ninguna manera; con ello están demostrando que su santidad es demasiado pequeña todavía.

Más aun cuando Nuestro Señor, para llevarles a mayor perfección permite que les lleguen enfermedades, contrariedades, pruebas y persecuciones, entonces si que manifiestan que su santidad es falsa, porque estallan en quejas y protestas y no aceptan conformar su voluntad con la Santísima Voluntad de Dios.

La experiencia de cada día enseña que con más facilidad se convierte un pecador manifiesto, que otro que se oculta y que se cubre con el manto de muchas obras externas de virtud. Porque a estas almas las deslumbra y las ciega de tal manera su orgullo que:

ES NECESARIA UNA GRACIA EXTRAORDINARIA DEL CIELO, PARA CONVERTIRLAS y sacarlas de su engaño.

Están siempre en un dañoso peligro de permanecer en su estado de tibieza y postración espiritual, porque tienen oscurecidos los ojos de su espíritu con un enorme amor propio y un deseo insaciable de que la gente les estime y les aprecie, al hacer sus obras exteriores, que de por si son buenas, pero buscan satisfacer su vanidad y se atribuyen muchos grados de perfección y en su presunción y orgullo, viven censurando y condenando a los demás.

NO CONSISTE LA PERFECCIÓN, pues en dedicarse a muchas obras exteriores. Pues como dice San Pablo:

"AUNQUE YO HAGA LAS OBRAS MAS MARAVILLOSAS DEL MUNDO, SI NO TENGO AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO, NADA SOY" (1Cor. 13).

¿CUAL ES LA BASE, ENTONCES, PARA OBTENER LA PERFECCIÓN?

La base de la perfección y santidad consiste en cinco cosas.

.En conocer y meditar la grandeza y la bondad infinita de Dios, y nuestra debilidad, e inclinación tan fuerte hacia el mal. Es la gracia que durante noches enteras pedía San Francisco de Asís en su oración, hasta que logró conseguirla:

"SEÑOR. CONÓZCATE A TI; CONÓZCAME A MI".

.Aceptar ser humillados y sujetar nuestra voluntad no solo a la Divina Majestad, sino a personas que Dios ha puesto para que nos dirijan, aconsejen y gobiernen.

.En hacerlo y sufrirlo todo, únicamente por amor a Dios y por salvación de las almas; por conseguir la gloria de Dios y lograr agradarle siempre a El. Así cumplimos el primer mandamiento que dice:

"AMARAS AL SEÑOR TU DIOS, CON TODO EL CORAZÓN, CON TODA EL ALMA Y SOBRE TODAS LAS COSAS".

Cumplir lo que exige Jesús:

"NEGARSE A SI MISMO", ACEPTAR LA CRUZ DE SUFRIMIENTOS QUE DIOS PERMITE QUE NOS LLEGUEN, SEGUIR A JESÚS IMITANDO SUS EJEMPLOS; ACEPTAR SU YUGO QUE ES SUAVE Y LIGERO, APRENDER DE EL QUE ES MANSO Y HUMILDE DE CORAZÓN".
(Mat. 11.22)

.Obedecer lo que aconseja San Pablo: "Imitar el ejemplo de Jesús que no aprovechó su dignidad de Dios, sino que se humilló y se hizo obediente, hasta la muerte y muerte de cruz". (Fil 2 )


"Es que son demasiadas condiciones las que se piden". La razón es esta: Lo que se va a obtener, no es una perfección cualquiera o de segunda clase, sino la verdadera santidad. Por eso, porque lo que se aspira conseguir es de inmenso valor, las cuotas que se exigen son también altas. Pero no son imposibles. Aquí hay que repetir lo que decía Moisés en el Deuteronomio:

"LOS MANDATOS QUE SE TE DAN, NO ESTÁN POR ENCIMA DE TUS FUERZAS, NI SON ALGO EXTRAÑO QUE TU NO PUEDAS PRACTICAR". (Deut. 30 ).

Estamos escribiendo para quienes no se contentan con llevar una vida mediocre, sino que aspiran a obtener la perfección espiritual y la santidad. 

Para esto es necesario combatir continuamente contra las inclinaciones malas que cada cual siente hacia el vicio y el pecado; dominar y mortificar los sentidos, tratar de arrancar de nuestra vida las malas costumbres que hemos adquirido, lo cual no es posible sin una dedicación infatigable y continua a la tarea de conseguir la perfección, la santidad y tener siempre un ánimo pronto, entusiasta y valiente para no dejar de luchar por tratar de ser mejores.

Pero el premio que nos espera es muy grande. San Pablo Dice

"ME ESPERA UNA CORONA DE GLORIA QUE ME DARÁ EL DIVINO JUEZ, Y NO SOLO A MI SINO A TODOS LOS QUE HAYAN ESPERADO CON AMOR SU MANIFESTACIÓN". (2Tim. 4,8) " PERO NADIE RECIBIRÁ LA CORONA, SI NO HA COMBATIDO SEGÚN EL REGLAMENTO". (2Tim. 2,5)

La guerra que tenemos que sostener para llegar a la santidad es la mas difícil de todas las guerras, porque tenemos que luchar contra nosotros mismos, o como dice San Pedro:

"TENEMOS QUE LUCHAR CONTRA LAS MALAS INCLINACIONES DE NUESTRO CUERPO, QUE COMBATEN CONTRA EL ALMA". (1Pedr. 2,11)

Pero precisamente porque el combate es mas difícil y mas prolongado, por eso mismo la victoria que se alcanza es mucho mas agradable a Dios y mas gloriosa para quien logra vencer; porque aquí se cumple lo que dice el Libro Santo:

"QUIEN SE DOMINA A SI MISMO, VALE MAS QUE QUIEN DOMINA UNA CIUDAD". (Prov. 16,32).

Lograr dominar las propias pasiones, refrenar las malas inclinaciones, reprimir los malos deseos y malos movimientos que nos asaltan, es una obra que puede resultar ante Dios más agradable que si ejecutáramos obras brillantes que nos dieran fama y popularidad.

Y como el contrario, pudiera suceder que aunque hiciéramos muchas obras externas admirables ante la gente, en cambio ante Dios no seamos agradables porque aceptamos en nuestro corazón seguir las malas inclinaciones de nuestra naturaleza y nos dejamos llevar y dominar por las pasiones desordenadas.

Por eso debemos tener cuidado, no sea que nos contentemos con dedicarnos a hacer obras que ante los demás nos consiguen fama y prestigio, mientras tanto dejemos que los sentidos se vayan hacia el mal, la sensualidad nos domine y las malas costumbres se apoderen de nuestro modo de obrar. Sería una equivocación fatal.

La perfección espiritual o santidad y qué ventajas tiene. Ahora vamos a tratar de las cuatro condiciones que son necesarias para lograr adquirir dicha perfección, conseguir la palma de la victoria y quedar vencedores en la batalla por salvar el alma y conseguir alto puesto en el cielo. 

Esas cuatro condiciones son:

DESCONFIANZA DE NOSOTROS MISMOS;
 CONFIANZA EN DIOS; 
EJERCITAR LAS CUALIDADES QUE SE TIENEN 
Y DEDICARSE A LA ORACIÓN.

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Fuente:
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lunes, 9 de febrero de 2015

El Sufrimiento y la Felicidad.

...La aceptación forma parte de la humildad a entender la Voluntad de Dios y en pensar que el hombre mismo tiene una limitación en un mundo desconocido...  

...de unas leyes impartidas desde el inicio de la creación, el Bien absoluto, el Amor, principio fundamental y eterno de la creación y que es inviolable, por cualquier elemento creado sea material e espiritual poco comprendidas y practicadas por el hombre.

Me propongo una vez mas a la luz del Santo Espíritu que me inspira e ilumina tratar de discernir sobre los sufrimientos del hombre del  pasado y  del presente al igual que  su afán constante en  la búsqueda de la Felicidad.

Son muchas las páginas y conceptos del hombre donde opinan sobre estos temas y las conclusiones están inclinadas siempre en pensar que este mundo es un valle de lágrimas, que el hombre fue creado en su esencia para que sufriera, para que  fuera cor redentor con Cristo y demás que se quiera pensar.

Mi interés no es discutir si no de dar otra luz de conocimiento que pueda servir de guía y lograr con ello la meta propuesta desde el inicio de nuestra creación personal pasada presente y futura.

El sufrimiento, se pude describir como la carga, el dolor o incapacidad que tiene el hombre para aceptar cualquier labor, pensamiento, situación o acontecimiento en su vida presente.
Dicha incapacidad es generada en parte y en mayor medida por su falta de conocimiento y poca evolución mental tanto en el plano material como en el espiritual.

Esa incapacidad se muestra también en el campo de la salud física y mental del hombre, en lo laboral y en lo familiar, en lo social y en el pensar que nos con  lleva ha  actuar de acuerdo a nuestro pensamiento del momento en la mayoría de sus veces.

Todos nuestros pensamientos van encaminados a hablar y actuar, el resultado de dichos actos tiene unas consecuencias que podemos determinar la causa del sufrimiento del hombre.

Al tener el hombre poco o mucho  conocimiento del mundo  material y espiritual y de las verdades eternas y de Fe y del Hombre mismo, de la creación y  sus leyes, es por ello que cada ser humano le da las interpretaciones del momento y de acuerdo a su capacidad le genera en su interior una aceptación o un gozo o una intranquilidad que llamamos sufrimiento.

Se les olvida a todos los seres humanos que Somos hijos de un creador con unos planes para con nosotros y su creación, que Dios  entiende de nuestras limitaciones, de nuestro poco conocimiento, de nuestra enfermedad de nuestra falta de Fe y demás que queramos mencionar.

Al ser Hijos de una Creación y un creador vamos caminando en el tiempo presente con nuestro libre albedrío y toma de decisiones experimentando los resultados en todos los planos materiales y espirituales, de ese experimentar el hombre saca sus conclusiones y por ello cada vez que una persona evoluciona en edad y tiempo es mas sereno, sabe tomar mejor las decisiones, lo que en el  pasado era un sufrimiento una dificultad  ya en el presente  se convierte en un escalón que lo lleva a otro camino inhóspito desafiante que le generará también intranquilidad y sufrimiento presente.

Pero  reitero cada vez que la prueba es superada con el esfuerzo que el hombre mismo hace de  racionalidad sin dejar pasar por alto lo mas importante la Gracia y el Auxilio Divino, Es entonces cuando el   hombre ve sus frutos y entiende el verdadero sentido de la vida, de  lo material y del hombre mismo y de los planes de Dios, para con el, la vida y el mundo.

Como primera pequeña conclusión el hombre sufre por falta de conocimiento material y espiritual y de Dios mismo, sufre también por falta de empeño y voluntad en realizar un esfuerzo de racionalidad que le corresponde al hombre mismo por entender comprender y aceptar.

La aceptación forma parte de la humildad a entender la Voluntad de Dios y en pensar que el hombre mismo tiene una limitación en un mundo desconocido,  de unas leyes impartidas desde el inicio de la creación, el Bien absoluto, el Amor, principio fundamental y eterno de la creación y que es inviolable, por cualquier elemento creado sea material e espiritual poco comprendidas y practicadas por el hombre.

Sufre el Hombre por que se  cree ser superior a los demás, al mundo, a las fuerzas externas y de Dios mismo, cree que por que esta dotado de  libre albedrío  pensamiento, y de algún conocimiento limitado y precario o suficiente para el, no para Dios,  que  es superior a todo lo externo y no necesita ayuda exterior ni divina, y que todo lo sabe y puede, y cuando Dios lo decreta, lo toca, lo llama o avisa de cualquier forma y por cualquier medio es entonces cuando el hombre sufre.

Sufre por que las cargas de la vida que no son cargas si, no, desconocimiento, no las pone en el creador.

Recordad siempre el que le dio la carga, la creo y la permitió para que la cargara que es Dios, dará la ayuda suficiente para soportarla o llevarla.

El Hombre  se olvida o no entiende que con cargar, la carga de la vida presente,  por ligera o pesada que sea, solo esta experimentado un aprendizaje que lo conducirá a una Felicidad y una satisfacción futura.

Ejemplo: El deportista entre mas grande y dificultosa sea la meta y peleada la contienda mas satisfacción sentirá al alcanzarla. Todo esta previsto en la creación, nos corresponde esforzarnos y luchar hasta el cansancio por lograr las metas trazadas e impuestas por el creador que nos conducirán a una intima y perfecta unión en cuerpo y  alma con el Creador.

El trabajo muchos lo catalogan como una carga un sufrimiento, algo impuesto por Dios al Hombre, el no poder alcanzar las metas propuestas por el hombre en ese campo, el hombre  sufre, hasta maldice a Dios, lo culpa por tener que trabajar duro, sueña con no tener que trabajar mas, hasta somete su propio cuerpo y  a sus semejantes y les causa daño físico, moral y material, somete a su prójimo a costa de una satisfacción personal, colocándole cargas impositivas a causa de conseguir para si su propia felicidad y tranquilidad y bienestar.

El trabajo desde el génesis y en el inicio de la creación es y será el medio por el cual el hombre alcanzara su meta y conocimiento en el tiempo que Dios a cada persona determino que durara su existencia. Someted la tierra (Gen. 1, 28).

El ejercicio del trabajo y lo que le genera el producto de ello no usados con Equidad e Igualdad y Justicia Social, con llevan a causar sufrimiento a sus semejantes como mencione antes.

Por lo anteriormente expuesto es un sufrimiento a causa del mismo hombre hacia el hombre y no de Dios hacia el Hombre.

El trabajo constituye medio de santificación de aproximación al creador y  medio de entendimiento cada vez más de la creación, el hombre al habitar el mundo y formar parte de  el  Continua en parte con la creación.

Somos cooperadores en la  coocreción del mundo. Recordad, Someted la tierra (Gen. 1, 28). Por ello si utilizamos bien ese mandato basados en el Amor y en los planes del creador no habrá sufrimiento para el hombre en todo el contexto de la palabra.

Nuestro primeros padres Adán y Eva, y sucesivamente en la historia de los tiempos de los hombres  Caín, Abel, Abrahán, Moisés, hasta el día presente no han utilizado en forma correcta y perfecta tanto su pensamiento como deseo y su obrar y su actuar para con la creación y el creador.

 Por consiguiente para el hombre mismo, al utilizar mal el principio de Equidad, Igualdad, y pensar de manera egoísta, personal y con soberbia solo genera en su entorno el caos y la descomposición material y espiritual, pero teniendo en cuenta que eso solo será de forma temporal hasta la restauración o iluminación personal o grupal.

Al obrar así es Entonces cuando  al hombre se le dificulta el acercamiento a las leyes de la creación, al bien absoluto el Amor, esa dificultad, lo lleva a obrar en persona propia sin contar con una ley, ni con el  que la promulga que es Dios Creador.  

Al no contar el hombre basado en sus decisiones con ninguna ley ni  ningún Dios, actuara siempre  en base a otra cosa diferente al Amor y eso genera el sufrimiento personal y colectivo.

La individualidad y el apartamiento de la ley de Dios y el poco esfuerzo que el hombre mismo realiza por obtener el conocimiento del creador y de su ley única  y primera que rige la naturaleza creada tanto espiritual como material, es la que lo lleva siempre por el sendero de la insatisfacción propia y colectiva. (Sufrimiento)

Castigara Dios al hombre por ello?
Solo pienso en un Dios creador que deja a su creación y los hombres evolucionar, sentir el temor, el Amor, la infelicidad, la angustia y la Paz en su corazón en su caminar terreno.

Dios al dejar al Hombre libre, sabe en su plan divino que el hombre por su propio albedrío retornara en el tiempo futuro de su existencia,  en pensamientos y obras a El, rectificando el camino de sus pensamientos decisiones y actuaciones tanto del pasado como del presente y para el futuro.

Que su actuar a través de los tiempos futuros será mejor y más evolucionado y cauto, buscara por todos los medios lícitos posibles al creador sus leyes, cumplirá las metas propuestas desde el Inicio de la creación.

Cuanto Falta para ello?
No olvidemos Dios es infinito  y no habita en el tiempo por ello el hombre habla de siglos de sufrimiento y Dios de misericordia y paciencia para perfeccionar su obra creadora. No importa cuanto falte para ello o si nos toca presenciarlo o no.

Nota: Solo Dios en su conocimiento absoluto de todas las cosas lo sabrá y lo dispondrá de la mejor manera,  al hombre presente solo le corresponde entender, comprender, aceptar y cumplir la Voluntad del creador y aceptar el día a día, preséntese como se presente.

El hombre por su propio albedrío con la ayuda de la gracia en el tiempo futuro perfeccionara su pensamiento, actuación y obrar, generara en su entorno la Felicidad y en su interior la Paz que con lleva al poder acercarse tranquilamente al escalón siguiente de la Vida presente o futura o eterna.

La felicidad, es entonces fruto de una mentalidad esforzada, razonada, idealizada desde nuestro interior con la ayuda de la Gracia, pero esa mentalidad hay que pedirla, desearla y solo la pedimos cuando hemos experimentado lo que llamamos desierto o sufrimiento, angustia e infelicidad.
Es allí después de esa experiencia personal cuando deseamos alcanzar la felicidad y la Paz y el acercamiento al creador o fuente de toda gracia Felicidad y Paz.

El plano Espiritual, nos lleva a entender poco a poco a través de los ejemplos, las experiencias personales vividas los aciertos y desaciertos, la Biblia, sus enseñanzas, sus palabras narradas en los evangelios tales  como:
Yo soy el Camino, La verdad, y la Vida.

 Todo el que este cansado que venga en pos de mi que yo lo aliviare.

 Te basta mi gracia.

Se le exigirá de acuerdo a lo que se le confió.

Pero esa gracia hay que pedirla, decirle al creador a Dios que venga,  habite y  more en nosotros, para que nuestra existencia, nuestros pensamientos  y nuestros actos diarios de cada instante sean basados solo en el Amor, en sus planes y en su Santa Voluntad, en sus designios y no en los nuestros, por que nuestros planes y actos siempre nos engañan y nos conducen por la insatisfacción y la intranquilidad y el sufrimiento como mencionamos antes por orgullo, falta de conocimiento y deseo y demás.

Pero cuando nuestros planes se pasan siempre por el filtro del Amor de Dios siempre generaran Felicidad, Paz y Trascendencia Espiritual.

Entre los muchos planes de Dios es la transcendencia del alma, que unida al cuerpo deberá someter la materia y controlar sus instintos animales, carnales y poco evolucionados.

Cuando se logra, es por que se desea y cuando se desea, se esfuerza por conseguirla y se buscan los medios y cuando no se pueden alcanzar por nuestras propias fuerzas se pide ayuda, por que nuestro Señor, nos prometió, Todo el que pide recibe.

El, no nos puede negar esa promesa divina, debemos entonces desear el bien a nosotros mismos a nuestro entorno familiar, laborar y social, ese desear  generará un esfuerzo y Dios premiara todo  esto con la Paz.


La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy de Como El Mundo, la da. No se turbe vuestro Corazón, ni Tengan  Miedo. Juan 14:27

Expuesto todo lo anterior Dios creador del tiempo, el universo material y espiritual y del hombre mismo, deja experimentar al hombre por su propio albedrío el resultado de sus decisiones y con las mociones de su Espíritu Santo de la Gracia que llevamos todos dentro,  nos deja saber con la conciencia y el remordimiento en nuestro interior, que camino emprender de nuevo y lo  que podemos experimentar según nuestra decisiones.

Recordemos que Sufrimiento, será el resultado y el poco conocimiento y entendimiento y aceptación de nuestras decisiones personales, colectivas a través de los tiempos en cualquier plano material, espiritual y del hombre mismo.

Felicidad será, entonces el resultado del conocimiento, y  de la buena elección del camino correcto elegido en la toma de decisiones basadas en el Amor, tanto materiales, como espirituales y del hombre mismo, al igual que por nuestro libre albedrío el deseo y la actuación y el obrar además que el obtener del Creador la Gracia o fuerza necesaria por adquirir el acercamiento a la fuente misma de todo bien. Dios.

Los hombres de este mundo llaman  o clasifican los sufrimientos en:

Personales a causa de nosotros mismos.

Los ocasionados por otros hacia nosotros en cualquier plano.

Los que el hombre asume que Dios tenia entre sus planes.

Los que por causa de nuestras limitaciones y poco  conocimiento no podemos entender y los asociamos al sufrimiento por que nos causan angustia, desazón, e intranquilidad por decir algo por que nos quitan el sueño.

También cuando son  causados  por personas ajenas a nosotros y a nuestra voluntad y que Dios permite que ello suceda  además que  cuando no vemos cerca la salida o  la terminación al problema  o el gozo prometido por nuestro Señor.

Algunos puntos para tener en cuenta para combatir contra toda clase de sufrimientos:

En los evangelios escritos encontramos gran cantidad de ejemplos escritos para la época de ese entonces y que nunca dejaran de tener  validez en los días presentes.

Menciono a   Simón Pedro:
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios. ... Sólo Tú me puedes dar la luz y fuerza… que necesito para dejar  (….).

También Las Bienaventuranzas son un claro ejemplo donde nuestro Señor, no desconoció el sufrimiento del hombre por cualquier situación.

Leerlas y meditarlas a la Luz del Santo Espíritu de Dios, nos dará la tranquilidad la confianza, la esperanza que Dios, en su Sabiduría infinita tiene un plan para cada cosa, suceso y persona de la humanidad, solo debemos creer, confiar y abandonarnos en los brazos de nuestro creador y si nos falta la confianza, el aliento, pues sencillo hay que pedirla, y se nos dará como prometió nuestro Señor.

 Si somos pecadores y queremos salir de allí, pero no encontramos salida, pues sencillo clamar pidiendo ayuda.

A quien?

Al Dios creador de todo lo posible e imposible y el sabrá en el tiempo necesario para ello y con su autoridad organizar las cosas de la manera mas  adecuada para nuestro Bien, sin hacer daño a nadie y estemos seguros que sus decisiones serán basadas siempre en la corrección fraterna, la enseñanza, la lógica , el entendimiento mutuo y como entre muchas mas, infundirnos en lo mas profundo de nuestro ser una confianza absoluta en su bondadosa y amorosa Voluntad y sus designios para con nosotros el prójimo y su creación.

Otro remedio eficaz al respecto es saber esperar y no desesperar, teniendo en cuenta que Somos Hijos de una creación, reconocernos Hijos de Dios, decírselo, proclamarle y preguntarle el por que de nuestra situación particular y del mundo y sus actuaciones, estoy seguro que en el silencio de nuestro interior saldrá la respuesta y es el confiar,  abandonarnos en un padre que todo lo tiene previsto y planeado, esta siempre a la  espera que nosotros lo busquemos, lo deseemos lo anhelemos, lo respetemos y lo amemos, esforzándonos día a día, segundo a segundo por identificar, cumplir y aceptar sus mandamientos y su Voluntad.

Como dato adicional el hombre de ayer era poco evolucionado, el hombre de hoy es un poco más evolucionado en el contexto de la palabra, tanto espiritual como material, pero comete un error garrafal, elige siempre el mal camino para El, y  el mundo, su prójimo, y  por ende ofende a Dios.

Pero Tranquilos Dios lo sabe, leemos en los evangelios, y en  el antiguo testamento cuando todo estaba perdido, para José, que es vendido por sus hermanos, que  todo  era un plan divino y ya sabemos los resultados.

Cuando todo estaba perdido para los primeros cristianos a causa de los perseguidores de ese tiempo, el treceavo apóstol San Pablo, un perseguidor, La santísima trinidad, Dios padre, Dios Hijo  y Dios espíritu santo, que es el que nos da la fuerza para el entendimiento, para proclamar desde nuestro interior Abad Padre, es el canal,  la unión la comunicación entre este mundo material, nuestro cuerpo material, nuestra alma  y para con Dios mismo.

Retornando al tema central de este anterior pensamiento iluminado, San Pablo, fue tumbado de un rayo, con una Luz de su caballo, quedo ciego.

Nosotros necesitamos en la vida presente ser tumbados de nuestro caballo, ser curados de nuestra ceguera espiritual, material, empezar como San Pablo, a proclamar el Reino de Dios y su Justicia por donde  nos movamos, en lo que hacemos, en lo que pensamos, decimos, deseamos para nosotros mismos la humanidad y la creación.

Después de ello la vida empezara a tener sentido y Felicidad, Paz y Gozo,  entonces los planes de Dios como en  los primeros cristianos y los apóstoles serán de Amor, Comprensión, Lucha, Sacrificio sin sufrimiento y Confianza y Abandono.

Nuestra iglesia se compone de laicos, consagrados, y el  orden sacerdotal, pero nos olvidamos la mayoría que somos todos la Iglesia Peregrina, seres humanos de carne y hueso, con limitaciones todos ellos y defectos, que están  en proceso de evolución mental, espiritual y de conocimiento.

Que somos  la debilidad misma, por que el hombre en su esencia es todo debilidad y solo puede en aquel que lo conforta, en la debilidad es cuando el hombre  busca la gracia los medios y aclama pidiendo ayuda, solo allí, en la debilidad muestra su poder nuestro Señor,  cuando eso sucede  gozamos de la Felicidad y la Tranquilidad, y recobramos la Paz que hemos perdido por nuestra culpa y por la segunda fuerza del Mal existente.

La Segunda Fuerza el Mal:

Nota: Hablaremos en otro escrito de seres espirituales,  ángeles malos, que influencian o tientan al hombre a obrar el mal desde el inicio de la creación. Para no alargar el tema hoy  solo trataremos el mal del Hombre  como Voluntad o deseo del hombre como ser racional. 

El mal del hombre es Como mencionamos antes, el poco conocimiento del hombre de Dios y sus leyes, su mala elección de su libre albedrío o camino correcto en la toma de decisiones para su vida los demás y el mundo material, espiritual y de Dios mismo.

Además que su debilidad e inferioridad propios de  un ser animal racional, pero poco evolucionado sin deseo de cumplir las leyes universales de la creación y con poco entendimiento e interés en Dios.

Teniendo en cuenta que muchos se creen ser el centro del mundo, del universo, de su entorno, de la vida y de lo que es correcto y justo  para ellos y no para los demás.

La otra segunda  fuerza existente el mal que es  inferior ala del bien absoluto, es la inclinación al mal camino, la soberbia y el error, por causa de nuestros primeros padres, cuando Dios tomo la decisión de crear al Hombre, lo doto de dones exquisitos uno de ellos es su gracia su aliento y su semejanza y lo dejo libre para que aceptara la creación entera la disfrutara y la sometiera pero siguiendo los principios universales de la creación, el Bien absoluto el Amor.

NotaEl Mal no es absoluto por ser fuerza segunda lo único absoluto es el amor base dela creación fuerza primera y el Amor es eterno e inmutable, el mal  es y será mutable pero finito.

El mal es Finito por que será  mutable por que con la revelación y la iluminación de las conciencias y  la gracia y el deseo del bien en el hombre el mal se  desfigura, el mal  será vencido  el mal se transforma en bien.

Como  ejemplo a este tema podemos recordar el triunfo de nuestro Señor Jesucristo sobre la tentación, la muerte de cruz para redimir al género humano de toda mancha de pecado la resurrección y su  ascensión y el envió de su santo espíritu para fortalecernos y defendernos.

Mutable es el mal  por que  en la revelación Final de todos los tiempos  reinara el Amor de Dios y su Misericordia, hay que  entender la palabra Reinado, Revelación, Restauración en todo el contexto de la palabra.

La Santísima Trinidad al Reinar, Revelar y Restaurar el hombre en el alma,  reconocerá su error pasado y  se arrepentirá definitivamente y por siempre y cambiara y aceptara las leyes universales de la creación y su creación y le pedirá al creador que lo cure de la ceguera mental espiritual en la que anduvo por tanto tiempo.

El mal desaparecerá por que el hombre jamás querrá hacer su propia voluntad si no la del Creador.

Y como ya el que Es, Se Revelo y Reino solo nos queda el camino de aceptar nuestro error y seguir el camino del bien y disfrutar de el Amor en toda su plenitud.

Libres ya  de nuestro parecer pero aceptando por voluntad propia y gozo la Revelación de nuestro Creador y su creación y sus mandatos.

Dios de Amor reconocerá el esfuerzo de cada hombre de hoy, del pasado, obrara conforme a su esencia de padre Amoroso y Misericordioso.

Continuando con el tema decimos que dos elementos materia y espíritu viven en un mundo material y disfrutan de un mismo cuerpo y espacio una muere la otra transciende y ese es el espíritu.

Los ángeles buenos. Son solo una de las anteriores solo  Espíritu y son en esencia solo buenos y cumplen funciones de ayudar, guiar, cuidar y acabar de concluir la creación y los mandatos de Dios. (Ver nota)

La creación solo será concluida y perfecta con el vencimiento y sometimiento y transformación del mal en bien.

Esto sucederá y será cuando con el correr de los tiempos el hombre por su esfuerzo de racionalidad y conocimiento su  libre albedrío de corrección de los  errores del pasado, en personas de  pueblos y naciones retornen en un solo pensamiento, en un solo instante y en un solo Amor al creador y que no exista en la tierra, el universo, criatura, animal, espiritual y racional que no este en sintonía con la creación, pero teniendo en cuenta solo una cosa  con nuestro libre albedrío y el auxilio divino y de la gracia y voluntad, y su amor infinito causas de la misericordia de Dios.  

(Nota: Existen también en el plano espiritual ángeles malos que incitan y se mueven en el plano material  y sus actuaciones son  contrarios a los de los ángeles buenos e impiden el acercamiento de los hombres hacia Dios)

La pregunta sale a la vista y cuando será eso?
Recordad  Dios no se mueve en el tiempo  si no en su proyecto Divino todo esta planeado, previsto y decretado como lo es la existencia del mal.

El mal se creo solo, con soberbia, ósea, el cumplimiento de la propia voluntad del hombre y el desamor que es lo contrario a Amor, o egoísmo.

Por que se da esa fuerza en nosotros y como superarla?

Las tentaciones de Jesús en el desierto, 40 días, 40 noches, ayuno, oración, la muerte de cruz para redimir al género humano y dejarle claro al hombre el Camino, para  que siguiendo su ejemplo y que  solo combatiendo con el Amor, la compresión y la razón y no con la fuerza y  las armas el mal se desfigura, se vence y se transforma en bien.

Que desde la cruz de nuestras vidas como la de nuestro Señor Jesucristo, se puede perdonar a los que nos ofenden y con prenderlos como Jesús exclamo:

 Padre perdónalos por que no saben lo que hacen.

Que deseando como el buen ladrón como leemos   en la segunda palabra de nuestro Señor, en la cruz un cambio de vida de arrepentimiento y reconociendo al buen Jesús y sus mandatos y por consiguiente al padre celestial y creyendo en la recompensa de la vida eterna tendremos vida.

Si Dios, Jesús, el paráclito, venció el mal, por que nosotros con su promesa y ayuda la gracia  no lo podemos Vencer?

La última palabra de nuestro Señor, en la cruz fue, Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu.

Así debemos también nosotros encomendar nuestra vida futura, nuestra alma, nuestra iglesia.

La iglesia de Dios la que el fundo por la sucesión de Pedro, triunfara por encima de cábalas, videntes y criterios del hombre pasado y presente, por que en los planes divinos todo esta previsto hasta el error y del error el hombre saca su conclusión y Dios su misericordia y su enseñanza para con los hombres y su perfección para con su espíritu.

Rectificando nuestro pensamiento, elevando nuestro espíritu al creador clamando ayuda, bondad y misericordia, obrara la mano salvadora de todos los tiempos y el mal será sometido por la ley primera del Amor y lograra Dios a través de su creación y el hombre someter el cuerpo,  el pensamiento al espíritu humilde, que reconoce su incapacidad, su  maldad e intranquilidad.

El hombre al  buscar la Felicidad  por todos los medios ilícitos materiales y humanos y no fundamentados en la ley primera de la creación que es  el Amor  no encuentra la felicidad  ni la encontrara nunca.

Solo la hallara cuando desde su interior con sinceridad absoluta clame al padre celestial que lo ayude, cuando el hombre de tiempos presentes y futuros reconozca su maldad, su error, y la grandeza del creador y sus leyes  y clame con humildad absoluta pidiendo piedad y  Justicia para el y la humanidad.

Dios, el hombre, nuestro espíritu, reclaman Justicia desde nuestro interior, solo la palabra revelada inspirada por el Santo Espíritu, y revelada por Dios a través de los tiempos a diferentes personas  de diferentes culturas, razas, edades e  inspiradas y basadas solo en el Amor, darán la Paz verdadera y la Felicidad tan anhelada.

El Amor total, dará la justicia y la equidad, esa igualdad quitara el sufrimiento de los pueblos los hombres, y Reinara  la Paz absoluta en la creación entera. /Finalidad de la Creación. Proyecto Divino del Creador)

Oración para obtener Felicidad y Paz.

Oh mi Señor, necesitamos mas que antes y ahora que todos los pueblos, las naciones y los hombres te reconozcamos en Pensamientos Obras y Amor.

Oh mi Señorque tu Voluntad se cumpla y vuestro deseo permanezca no el tiempo de los hombres si no en el tiempo establecido por tu autoridad como Creador.
Oh mi Señor, que la iluminación de las conciencias llegue a cada ser que habita la tierra, que la palabra revelada y practicada sea como el sendero y el camino que nos conduce a la Tierra Prometida.

Oh mi Señor, nuestro anhelo como hoy y siempre debe ser poderte ver cara a cara, como Padre Amoroso,  que nos acojas en la morada Eterna y podamos todos juntos  gozar de la plenitud de tus dones.

Oh mi Señor, no tengas en cuenta nuestras culpas si no el Amor que rige tu esencia  y la Misericordia Absoluta que Emanas,  conforme a ello,  danos pronto  la verdadera  Felicidad y Paz a nuestras almas ya sea en esta vida presente o en la  Eterna, como bien nos lo prometiste.
Amen.

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