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martes, 11 de septiembre de 2012

La Indecisión.?


“¡Pobre de nosotros!, porque la inestabilidad e indecisión que deberíamos tener y ejercitar para huir del mal la dedicaríamos para el bien.” 


“La indecisión, ante todo, impide al hombre progresar; ya que, colocado entre dos polos, no es atraído por ninguno de los dos; o sea, no hace el bien presente mirando el futuro, ni hace tampoco el bien venidero porque se siente atraído por el presente, dudando del futuro. 

 ¿Sabéis a quien se parece? 

A uno que quiere amar dos cosas contrarias, y (Como dice el proverbio) ‘quien persigue a dos liebres, una huye y la otra escapa’.

“Mientras el hombre se encuentre indeciso y dudoso no hará nada bueno. 

“Más  aún, la incertidumbre hace al hombre voluble como la Luna. Además, el hombre indeciso está siempre inquieto y nunca se contenta, ni siquiera en las grandes alegrías.    Es presa fácil de la tristeza y se enfada buscando fácilmente que le consuelen.

“A decir verdad, esta mala hierba procede de la falta de iluminación divina, porque el Espíritu Santo va directamente al fondo de las cosas y no se detiene en la superficie; el hombre que no ve el fondo no se decide.”

Como “Esta indecisión es efecto y causa de la tibieza”, Se recomienda acercarnos a Dios tanto elevando la mente a Dios para rogarle que nos inspire y también buscando y siguiendo los consejos de un Padre Espiritual.  Así podremos discernir si las “luces” que vemos son en efecto inspiraciones divinas y no reflejos que nos ciegan al bien.

Si un alma dirige sus pasos hacia el Señor en todo momento, hasta cuando duda, cuando el Señor se acerque: “Entonces el cojo saltará como un cievo” (Isaías 35, 6) 

porque “Dios es el que me ciñe de valor / y hace íntegro mi camino, /el que me da pies de ciervo / y me sostiene firme en las alturas, / el que adiestra mis manos en el combate / y mis brazos para tensar la ballesta.” (Salmo 18, 33-35).

Que no nos sorprendamos, entonces, cuando sea el que sea nuestro estado en la vida, el Señor se presente a nuestros corazones pidiéndonos que hagamos el bien, y no sólo alguna buena obra para dejar en paz nuestras conciencias, sino todo el bien que podamos hacer en el poco tiempo que el Señor nos da en este mundo. No respondamos como el ciervo ante faros de coches, diciéndole con falsa humildad al Señor que Él se ha equivocado de persona, que no puede ser a nosotros a quienes pide servicio… .

Cuando el  Señor , les dijo a sus discípulos que: “tenía que ir a Jerusalén” (Mt. 16, 21), y que el que quisiera ir en pos de Él que se negara, cargara su cruz y le siguiera.

Debemos  “imitar a nuestro Salvador, quien se pronunció contra la indecisión a través de la obediencia hasta la muerte. (Fil. 2, 28) y corrió, sin negligencia, al oprobio de la cruz, despreciando toda humillación.  (Heb. 13, 2)”. Siguiendo el ejemplo de Cristo, corramos a hacer la voluntad de Dios, aunque a veces nos cueste mucho, ya que “ el amor excluye el temor” (1 Jn. 4, 18).

“Como ansía la cierva las Corrientes de agua, / así te 

ansía mi alma, Dios mío.” 

(Salmo 42, 1)

1 comentario:

Anónimo dijo...

la indecision parece de los hombres por que quieren mucho su propia alma, cuando esta con Dios asi nos cueste seria buena una mala idea. algunos anteponen sus ideas y la verdad es que nose pasa bien por lo general.

victorcat