...A Dios le es
tan grato el cumplimiento del Cuarto Mandamiento
que lo adornó de incontables
promesas de bendición:
El que honra a su padre expía sus pecados;
y cuando rece
será escuchado.
Y como el que atesora es el que honra a su madre.
El que
respeta a su padre tendrá larga vida
(Eclesiastés 3, 4 - 5, 7).
Santo Tomás de
Aquino (Sobre el precepto de la caridad),
enseña que la vida es larga cuando
está llena, y esta plenitud no
se mide por el tiempo, sino por las obras.
El Cuarto
Mandamiento, que es también de derecho natural, requiere de todos los hombres,
la ayuda abnegada y llena de cariño a los padres, especialmente cuando son
ancianos o están más necesitados y otros.
Dios paga
con felicidad, ya en esta vida, a quien cumple con
amor este mandamiento.
El
Santo Josemaría Escrivá de Balaguer solía llamarlo el "dulcísimo precepto
del Decálogo, porque es una de las más gratas obligaciones que el Señor nos ha
dejado.
El único que
puede considerarse Padre en toda su plenitud es Dios, de quien deriva toda
paternidad en el cielo y en la tierra (Efesios 3, 15).
Nuestros padres, al
engendrarnos, participaron de esa paternidad de Dios que se extiende a toda la
Creación. En ellos vemos un reflejo del Creador, y al amarles y honrarles, en ellos
estamos honrando y amando también al mismo Dios, como Padre.
El amor a
Dios tiene unos derechos absolutos,
y a él deben subordinarse todos los amores
humanos,
incluyendo el de los padres.
Son muchas manifestaciones del Cuarto
Mandamiento: amándolos y respetándolos a nuestros padres; cuando pedimos a Dios
por su felicidad, cuando los socorremos con lo necesario para su sustento y una
vida digna, o cuando están enfermos; entonces debemos poner los medios para que
reciban los Sacramentos.
Y cuando una vez difuntos, cuidando sus funerales, las
misas por su alma, y ejecutando fielmente su testamento (CATECISMO ROMANO, III,
5, nn 10-12).
El primer deber de los padres es amar a los
hijos con amor verdadero, independientemente de sus cualidades, porque son sus
hijos
y porque son hijos de Dios.
Su Amor se manifestará en su esfuerzo para
que en los hijos arraiguen las virtudes humanas y sean buenos cristianos.
Los
padres son administradores de un inmenso tesoro de Dios, por lo que deben ser
ejemplares, especialmente en su amor a Cristo.
Al terminar nuestra oración,
ponemos a nuestra familia bajo la protección de la Virgen y de los Ángeles
Custodios.
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