Somos cristianos porque creemos en Cristo y estamos íntimamente unidos a él por el bautismo.
En algunos católicos
hay serios problemas de identidad por el uso inadecuado de dos términos que son
sinónimos e inseparables: “cristianos” y “católicos”.
Desde el siglo XVI, los grupos que se separaron de la única Iglesia de Cristo, a raíz de la Reforma luterana, empezaron a llamarse protestantes.
Esto ocurrió
en los mismos inicios de la Reforma, ya desde 1529. Así se llamaban a sí mismos
y de esta forma aprendimos a llamarlos. Era el nombre común de las distintas
denominaciones surgidas en el seno del cisma protestante, utilizados desde sus
orígenes hasta nuestros días.
Pero desde hace algún tiempo empezaron a llamarse simplemente cristianos. Lo hicieron como estrategia proselitista, omitiendo precisar el nombre de la propia denominación.
Problema de identidad
El problema es que también nosotros empezamos a llamarlos de esa forma, quedando como términos opuestos dos términos que siempre han sido sinónimos y que son y deben seguir siendo inseparables: “cristianos” y “católicos”.
El problema es que también nosotros empezamos a llamarlos de esa forma, quedando como términos opuestos dos términos que siempre han sido sinónimos y que son y deben seguir siendo inseparables: “cristianos” y “católicos”.
Se ha llegado tan lejos que “católico” parece ser ahora, en la mente de muchos protestantes, sinónimo de “no cristiano”.
Pero también en la mente de los católicos sucede algo
parecido. Si alguien pregunta:
“¿Eres cristiano?”, no
falta alguien que responda:
“No, soy católico”.
En conclusión, hemos llegado a tener
serios problemas de identidad.
Los católicos somos
cristianos, Por eso es importante precisar que los católicos nos llamamos cristianos desde
los tiempos apostólicos, desde la época en que vivieron san Bernabé y san
Pablo, como puede leerse en los Hechos de los Apóstoles y en otros escritos del
Nuevo Testamento.
Los cristianos somos
católicos, Pero también es importante precisar que los cristianos nos llamamos católicos
desde los inicios de nuestra Iglesia, como la atestigua la carta de san Ignacio
de Antioquía a la comunidad de Esmirna, escrita hacia el año 107, pero que
refleja una tradición anterior, pues san Ignacio dice con mucha naturalidad:
«De manera que
dondequiera que está el obispo, ahí está la Iglesia Católica».
“Los seguidores del
Camino”
El primer nombre de nuestra Iglesia fue el “Camino” (cf. Hch 18, 25-26; 19,
9.23; 22, 4; 24, 14.22), porque la fe cristiana no es sólo un conjunto de
enseñanzas y doctrinas, sino un estilo de vida, un camino de fe donde se vive
la enseñanza de Cristo (Mt 28,18-20) y los Apóstoles (Hch 2, 42-47). Por eso
nos llamaban
“los seguidores del Camino” (Hch 9, 2). En Antioquía, donde se
anunció valientemente el Evangelio a raíz del martirio de san Esteban y la
subsiguiente persecución contra la Iglesia, sucedió algo de trascendencia
histórica.
Escuchemos a san Lucas:
Y fue en Antioquía,
donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de «cristianos» (Hch
11, 26b).
Desde entonces, los
que creemos en Jesús, adoptamos este bello nombre (1Pe 4, 16), porque expresa
lo esencial de nuestra fe: nuestra adhesión y pertenencia a Cristo, a quien
reconocemos como único Salvador y único Señor (Rm 10, 9-10), por el misterio de
su encarnación y el misterio de su pasión, muerte y resurrección.
Conviene precisar que el término «cristianos» aparece pocas veces en el Nuevo Testamento (1Pe 3, 16; 1Pe 4, 16; Hch 11, 26; Hch 26, 28; 3Jn 7), pero se ha convertido en nuestro nombre porque subraya lo esencial de nuestra pertenencia a Cristo:
Somos cristianos porque creemos en Cristo y estamos íntimamente unidos a él por el bautismo.
Católica desde el
principio, Nuestra Iglesia se llamó católica desde el principio, como lo atestigua el
Símbolo de los Apóstoles. En este credo proclamamos nuestra fe en la Santísima
Trinidad y en su designio de salvación. También manifestamos nuestra adhesión a
la Iglesia cuando decimos:
“Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica, la comunión de los santos…”, pues el Señor Jesús fundó esta Iglesia y le encomendó anunciar el Evangelio “a toda la creación”, es decir, a todo el universo (cf. Mc 16,15). Hay que recordar, en este contexto, que la palabra “católica” significa “universal”.
“Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica, la comunión de los santos…”, pues el Señor Jesús fundó esta Iglesia y le encomendó anunciar el Evangelio “a toda la creación”, es decir, a todo el universo (cf. Mc 16,15). Hay que recordar, en este contexto, que la palabra “católica” significa “universal”.
«Cristiano es mi
nombre y Católico mi apellido»
San Paciano, obispo de Barcelona, resume, a principios del siglo IV, con mucha claridad la estrecha relación entre “cristiano” y “católico” señalando lo siguiente:
San Paciano, obispo de Barcelona, resume, a principios del siglo IV, con mucha claridad la estrecha relación entre “cristiano” y “católico” señalando lo siguiente:
«Cristiano es mi
nombre y Católico mi apellido.
Aquél expresa lo que digo ser; el otro me demuestra como soy.
Aquél expresa lo que digo ser; el otro me demuestra como soy.
Éste me da por bueno; aquél me significa.»
(Primera carta a
Simproniano).
San Paciano también
señala lo siguiente hablando de la Iglesia:
«La Iglesia es
católica porque es una en todos y una sobre todos».
Y explica el
significado del término “católico” con estas bellas palabras:
«Católico quiere
decir: “Dondequiera, uno”; o como los Doctores piensan “obediencia de todos” a
los mandamientos de Dios, naturalmente.
De donde dice el Apóstol: “Si sois obedientes en todo” (2Cor 2, 9). Y en otra ocasión: “Pues como, por la desobediencia de uno, muchos fueron los pecadores, así también, por la obediencia de uno, muchos serán hechos justos” (Rm 5, 19).
Así pues, el que es
católico es obediente a lo que es justo; y el que es obediente, ya es
cristiano; y de este modo el católico ya es cristiano. Por lo cual, nuestro pueblo
es distinguido del pueblo herético por el solo hecho de llamarse católico».
Así pues, somos cristianos porque creemos en nuestro Señor Jesucristo; somos
católicos porque formamos parte de la Iglesia que él fundó, que es universal,
que es católica, y que conserva la plenitud de la verdad y de los medios de
salvación (1Pe 3, 15; Mc 16, 15-16). Los dos términos son, desde un principio,
un binomio inseparable.
Podemos concluir esta cuestión repitiendo las palabras de Jesús con relación al
Sacramento del Matrimonio:
Pues bien, lo que
Dios ha unido, que no lo separe el
hombre (Mt 19, 6b).
No separemos estos
dos términos que nos describen desde la fundación de nuestra Iglesia.
Recuerda
siempre:
«Cristiano es mi nombre; Católico es mi apellido».
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Fuente:
www.iterindeo.blogspot.com
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