¿Quién como el sabio?
¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas?
La sabiduría del hombre ilumina su rostro,
y la tosquedad de su semblante se mudará.
SALOMON
La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos
que haya en una ciudad.
y la palabra del juramento de Dios.
Mejor es la buena fama que aceite perfumado; y mejor el
día de la muerte que el día del nacimiento.
Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete;
porque aquello es el fin de todos los hombres,
y el que vive lo pondrá en su corazón.
Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza
del rostro se enmendará el corazón.
El corazón de los sabios está en la casa del luto;
mas el corazón de los insensatos, en la casa
en que hay alegría.
Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios.
Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad.
Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio, y las
dádivas corrompen el corazón.
Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el
sufrido de espíritu que el altivo de espíritu.
No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo
reposa en el seno de los necios.
Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos
pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de
esto preguntarás con sabiduría.
Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los
que ven el sol.
Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores.
Mira la obra de Dios; porque
¿quién podrá enderezar lo que él torció?
En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.
Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días.
No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso;
¿por qué habrás de destruirte?
No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo?
Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.
La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos
que haya en una ciudad.
Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga
el bien y nunca peque.
Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti;
porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.
Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo:
Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí.
Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará?
Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir
la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de
la insensatez y el desvarío del error.
Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo
corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras.
El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador
quedará en ella preso.
He aquí que esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la razón; lo que aún
busca mi alma, y no lo encuentra: un hombre entre mil
he hallado, pero mujer entre todas éstas nunca hallé.
He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo
al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.
¿Quién como el sabio?
¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas?
La sabiduría del hombre ilumina su rostro,
y la tosquedad de su semblante se mudará.
Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y
la palabra del juramento de Dios.
No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere.
Pues la palabra del rey es con potestad,
¿y quién le dirá: ¿Qué haces?
El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio.
Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él;
pues no sabe lo que ha de ser; y el cuándo haya de ser,
¿quién se lo enseñará?
No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee.
Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que debajo del sol se hace; hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo.
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Fuente:
www.iterindeo.blogspot.com
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