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jueves, 4 de junio de 2015

La Vida interior del Cristiano.....

....supone el estado de gracia,

Que es lo contrario del estado de pecado mortal. 

En el plan actual de la Providencia, toda alma o está en estado'de gracia o en estado de pecado mortal; con otras palabras, o está de cara a Dios, último fin sobrenatural, o está de espaldas a Él. 


Ningún hombre se encuentra en el estado puro
de naturaleza, porque todos están llamados a un fin sobrenatural que consiste en la visión directa de Dios y en el amor que se sigue a esa visión. 

A este soberano fin quedó ordenada la húmanidaid desde el día mismo de la creación, y, después de la caída, a este mismo fin nos conduce el Salvador, que se ofreció en holocausto por la salvación de todos los hombres.Indudablemente no basta, para llevar verdadera vida interior, el estar en estado de gracia, como lo está un niño después del bautismo o el penitente luego de la absolución de sus pecados.. 

La vida interior supone además la. lucha contra
todo lo que nos inclina a volver al pecado, y una constante aspiración del alma hacia Dios. 

Pero si tuviéramos conocimiento profundo del estado de gracia, comprenderíamos que él es no solamente el principio y fundamento de una verdadera vida interior muy perfecta, sino también el germen de la vida eterna. 

Conviene hacer en esto hincapié desde el principio, 
recordando las palabras de Santo Tomás:


el más ínfimo grado de gracia santificante importa más que los bienes naturales de todo el universo" (I-II, q. 113, a. 9, ad 2); porque la gracia es el germen de la vida eterna, incomparablemente superior a la vida natural de nuestra alma y aun a la de los ángeles.

Esta consideración es la que mejor nos puede hacer ponderar el precio de la gracia santificante que recibimos en el bautismo, y que nos es devuelta por la absolución, si hemos tenido la desgracia de perderla.

(Ya desde el principio de un tratado de la vida interior, conviene formarse elevada idea de la gracia santificante, cuya noción olvidó totalmente el protestantismo, siguiendo a muchos nominalistas
del siglo xiv. 

Para Lutero es justificado el hombre nó por una nueva vida que le es entendida, sino por la imputación externa de los méritos de Cristo; de modo que no es necesario que sea interiormente transformado, como tampoco le es necesaria para su salvación la observancia del precepto de la caridad sobre todos los demás. 

Esto es simplemente desconocer en absoluto la vida interior ele que habla el Evangelio. 

Doctrina tan lamentable fué preparada por la de los nominalistas, para quienes la gracia es un don no esencialmente sobrenatural, mas que da moralmente derecho a la vida eterna; como el papel moneda que, no siendo más que papel, da derecho, por un precepto legal, a percibir tal cantidad de dinero.

Lo cual equivale a negar la vida sobrenatural y a desconocer la esencia misma de la gracia y de las virtudes sobrenaturales.)

Preciso nos es para conocer el valor de un germen o semilla venir en conocimiento de la planta que de ella ha de nacer. Para saber, por ejemplo, en el orden de la naturaleza, el valor del germen contenido en una bellota, preciso nos es haber podido contemplar la encina que de ella se originó.

En el orden humano, para comprender el valor del alma racional que dormita aún en un infantillo, preciso es entender las posibilidades del alma humana en un hombre que ha llegado al total desenvolvimiento intelectual.

 De manera semejante no nos es dado comprender el precio y valor de la gracia santificante que reside en el alma de un niño bautizado, como en todas las de los justos, si no hemos considerado, aunque sea a la ligera, lo que será el total desenvolvimiento de esta gracia en la vida de la eternidad. 

Preciso es considerarlo, ilustrados por la luz de las mismas palabras del Salvador. Son. esas palabras espíritu y vida y son al paladar más dulces que todo comentario. 

El lenguaje del Evangelio, el estilo de Nuestro Señor nos ponen en más íntimo contacto con la contemplación que el lenguaje técnico de la teología más segura y elevada.

 Nada más saludable que respirar el aire purísimo de estas cumbres de donde manan las aguas vivas del río de la doctrina cristiana.



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