....Jesús, a veces me desanimo y pienso que no;
que yo no puedo vencer una tentación o superar un defecto;
Que las dificultades me sobrepasan y que no tienen remedio.
Es el momento de repetir con fuerza:
Señor :
¡Auméntame la fe!;
¡Auméntame la fe!;
Que me dé cuenta de que Tú estás a mi lado;
que me convenza de que Tú eres Dios y a la vez eres Amigo,
Hermano y Padre.
Y entonces veré arrancarse de raíz defectos que estaban profundamente implantados en mi conducta; y se resolverán problemas «insolubles»; y se enderezarán situaciones torcidas.
Y volveré a tener paz y alegría en mi alma.
Porque la fe es capaz de mover montañas, si es verdadera fe,
que significa fe acompañada de obras de virtud y de caridad:
fe acompañada de esfuerzo,
por hacer siempre y en toda tu voluntad.
(Lucas 17, 1-6)
«Dijo a sus discípulos:
«Es imposible que no vengan los escándalos; pero, ay de aquel por quien vienen.
Más le valdría ajustarle al cuello una piedra de molino y arrojarle al mar, que
escandalizar a uno de esos pequeños: andaos con cuidado.
Si tu hermano peca, repréndele; y, si se arrepiente, perdónale.
Y si peca
siete veces al día contra ti, y siete veces vuelve a ti, diciendo:
"Me
arrepiento", le perdonarás».
Los apóstoles dijeron
al Señor: «Auméntanos la fe».
Respondió el Señor: «Si tuvierais fe como un
grano de mostaza, diríais a este moral: "Arráncate y plántate en el mar, y
os obedecería"».
(Lucas 17, 1-6)
Jesús, hoy condenas el escándalo.
«El escándalo es la
actitud o el comportamiento que induce a otros a hacer el mal. El que escandaliza
se convierte en tentador de su prójimo.
Atenta contra la virtud y el derecho;
puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual.
El escándalo constituye una
falta grave, si por acción u omisión,
arrastra deliberadamente a otro a una
falta grave»
Es decir, yo soy
responsable no sólo de mis acciones, sino también de la repercusión de mis
acciones en la conducta de los demás.
El escándalo es lo opuesto al apostolado.
En lugar de acercar
almas a Ti con el ejemplo de una vida cristiana, el que escandaliza aleja a los
demás de Dios con el mal ejemplo de una vida tibia, con doctrinas contrarias a
la Iglesia, promoviendo una cultura inmoral, etc.
«Andaos con cuidado.»
Jesús, me alertas para
que nunca escandalice a los demás con mi conducta y también para que no me
deje influir por los escándalos ajenos.
Aún más, tengo el deber
de corregir al que peca, especialmente si es una persona cercana a mí: un
familiar, amigo o conocido.
«Si tu hermano peca, repréndele; y, si se arrepiente,
perdónale.»
Este deber se llama
«corrección fraterna», y ha quedado recogido como una de las obras de
misericordia que enseña la Iglesia: corregir al que yerra.
Jesús, Tú me has dado
ejemplo de cómo corregir con caridad, por amor.
Durante los tres años
que conviviste con los apóstoles, no dejaste de señalarles sus errores con
paciencia.
Los primeros cristianos aprendieron de los apóstoles a ayudarse unos a otros para mantenerse fieles en
el camino.
San Pablo recoge este
enseñanza de forma clara: «Hermanos, si acaso alguien es hallado en alguna
falta, vosotros, que sois espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre
(Gálatas 6,1).
Al cabo de los siglos, este deber de caridad sigue en pie.
«Omnia possibilia sunt
creden ti»
-Todo es posible para el que cree.
-Son palabras de Cristo.
-¿Qué haces, que no le dices con los apóstoles:
«adauge nobis fldem»
-¡auméntame la fe!?»
Jesús, humanamente,
sólo el que realmente cree en un proyecto, o en un objetivo que se ha marcado,
y persevera en el intento a pesar de las dificultades, consigue su propósito.
El indeciso se arruga
ante la primera contradicción y nada logra.
Esta fe no es aún la fe
que te piden hoy tus discípulos, pero es su base humana: el tesón.
El tesón es una virtud
humana que yo puedo adquirir si me lo propongo, y que facilita que arraigue la
virtud sobrenatural de la fe.
La fe es una virtud
sobrenatural, es decir, una virtud que Tú me das cuando te la pido y no pongo dificultades para recibirla.
«Todo es posible para el que cree.»
Jesús, a veces me
desanimo y pienso que no; que yo no puedo vencer una tentación o superar un
defecto; que las dificultades me sobrepasan y que no tienen remedio.
Es el momento de
repetir con fuerza: ¡auméntame la fe!; que me dé cuenta de que Tú estás a mi
lado; que me convenza de que Tú eres Dios y a la vez eres Amigo, Hermano y
Padre.
Y entonces veré
arrancarse de raíz defectos que estaban profundamente implantados en mi conducta;
y se resolverán problemas «insolubles»; y se enderezarán situaciones torcidas.
Y volveré a tener paz
y alegría en mi alma.
Porque la fe es capaz
de mover montañas, si es verdadera fe,
que significa fe acompañada de obras de
virtud y de caridad:
fe acompañada de esfuerzo por hacer siempre y en toda tu
voluntad.
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