Hoy comenzamos una pequeña serie de entradas dedicadas a un tema apasionante y muy actual:
El relativismo. ¿Qué es realmente el relativismo? ¿Es el relativismo el fundamento para la democracia? ¿El razonamiento moral es relativo? ¿Qué relación tienen los valores con las virtudes y con la verdad? ¿Existe alguna relación entre la libertad y el relativismo? ¿Existe además del relativismo ético personal un relativismo cultural? ¿Por qué el cristianismo está en el ojo del huracán del relativismo? ¿Qué quiere decir la expresión: “la dictadura del relativismo”? ¿Qué tiene que ver la Alianza mundial de las religiones con el relativismo? ¿Sentimentalismo vs razón? ¿Qué es el síndrome de la neutralidad? ¿Es la Creación algo que nos pone límites?… Estas son algunas de las preguntas que nos iremos planteando en este apartado. Por de pronto empecemos con la pregunta ¿Qué es el relativismo?
La mentalidad relativista intenta convencernos de que las realidades que se refieren al sentido profundo de la vida humana personal y social, al bien y al mal moral, son inaccesibles a la razón, y por lo tanto, no se pueden conocer objetivamente.
Cada época, cada cultura y cada religión habrían utilizado diversos conceptos, imágenes, símbolos o metáforas para expresarlas. Cada una a su modo tendría su propia experiencia de la realidad. Ninguna cultura ni religión ni filosofía, afirma la postura relativista, puede alzarse con el “monopolio” de la verdad, que pertenece a todos por igual, o mejor, no pertenece a nadie. Todos los sistemas conceptuales, morales o religiosos son relativos a un momento histórico y a un contexto social, y por lo tanto necesariamente parciales e incompletos.
El relativista argumenta del siguiente modo:
los hombres vemos sólo un aspecto muy parcial de la realidad, y tendemos a absolutizarlo, y a presentarlo como la verdad objetiva y para todos.
Cuando caemos en esa tentación, adoptamos un comportamiento violento e irrespetuoso, incompatible con la dignidad humana. De ahí, que la actitud más justa -defiende el relativista- sea la tolerancia y la humilde resignación con nuestra pequeña parcela de la realidad, sin pretender absolutizar nuestras limitadas experiencias particulares.
justifica éticamente el relativismo con el siguiente argumento: en la sociedad actual encontramos un pluralismo de proyectos de vida y de concepciones del bien humano diferentes entre sí, y este hecho nos plantea la siguiente alternativa: o renunciamos a la pretensión clásica de pronunciar juicios de valor sobre los diversos comportamientos de la gente; o renunciamos a defender el ideal de la tolerancia.
Dicho brevemente, se plantea un dilema entre verdad y tolerancia: la afirmación de la primera destruiría la segunda, y viceversa. (1) Lógicamente, concluye Habermas, no tenemos más remedio, por motivos éticos, que optar por la tolerancia, y por lo tanto, abrazar el relativismo. (seguiremos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario