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miércoles, 14 de septiembre de 2011

En la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

 

 


Hoy celebra la Iglesia la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Ya estamos acostumbrados pero ¿cómo se produjo el cambio del escándalo y la locura de la Cruz a su exaltación gloriosa? Voy a intentar responder.
«Nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos». Con estas palabras expresa Pablo la reacción espontánea de cualquier hombre frente a la cruz ¿Cómo puede venir la salvación por la crucifixión, un suplicio reservado a los esclavos, que no sólo era una muerte cruel, sino además una deshonra? ¿Cómo puede venir la salvación de los judíos por un cadáver, aquella impureza de la que había que deshacerse lo antes posible, por un condenado colgado del patíbulo y estigmatizado con la maldición divina? Es fácil imaginar la reacción horrorizada de los discípulos, podemos imaginarnos su reacción horrorizada. Si el mismo Pedro no pudo tolerar ni el anuncio de su sufrimiento y de su muerte ¿Cómo hubiera admitido su crucifixión? Por eso, la víspera de su pasión anunció Jesús que todos se escandalizarían a causa de él.

Si Jesús, y los discípulos después de él, no dulcificaron el escándalo de la cruz, es que un misterio oculto le confería sentido. Pero ¿de qué misterio se trata? Si Dios es el «autor de todo lo que ha sucedido, se hace actualmente y se hará más tarde», y obra «con número, peso y medida», entonces ,la historia de los hombre no es fruto del azar ni las circunstancias, sino el resultado, a veces por caminos increíbles, de la voluntad de Dios ¿Y cuál es entonces el misterio de esa voluntad de Dios? Este es el misterio, fijado desde toda la eternidad en la mente divina: la salvación en Cristo y la salvación de todos los hombres: «Dios quiere que todos los hombres se salven». Tal es «el misterio de la voluntad de Dios, el designio conforme a su beneplácito, que había formado de antemano en él para realizarlo cuando llegara la plenitud de los tiempos».

¿Cómo llevó Cristo a cabo esta salvación de todos los hombres? «Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras». Este dato suministra el punto de partida para descubrir la sabiduría que resplandece en la Cruz, la sabiduría del designio de Dios. En ella triunfa Jesús. La Cruz es el momento en que el Hijo del hombre es «elevado», y como una nueva serpiente de bronce, se muestra como el Salvador del mundo. Hacia ella vemos a Jesús avanzar con majestad. Sube a ella triunfalmente, como a un trono desde el que funda su Iglesia «dando el Espíritu». Por eso en adelante habrá que «mirar al que han atravesado». 
Esto mismo se ha de repetir de forma misteriosa pero real en todos los bautizados. A través de los acontecimientos de la vida cotidiana, nuestro «hombre viejo es crucificado», hasta quedar poco a poco liberado del pecado. Nuestros pensamientos van transformándose por la sabiduría de la cruz, y a ejemplo de Jesús, nos vamos haciendo más humildes y

«obedientes hasta la muerte».

“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”

Ahora vuelve a mirar a Jesús en la Cruz, y aprende, que esa llaga de su Costado se nos ha dado para ser el nuevo nacimiento de todos nuestros dolores, porque solo allí encontramos el Amor de Dios derramado por nosotros. Mira ahora con los ojos del Corazón de Cristo y aprende, los designios misericordiosos con los que se ofrece al Padre en su deseo de salvar a todos los hombres. Mira y descubre como cada gota de su Sangre encierra el nuevo linaje de los hijos de Dios.

Descubrimos así, de un modo misterioso como el patíbulo de la Cruz, su Sangre entregada, su muerte ignominiosa, se vuelven alegres, como un río caudaloso de Amor divino que descendiendo del madero, y tras llenar la tierra toda, salta hasta la Vida eterna en un abrazo infinito del Padre con el Hijo.
¡Alégrate! ¡Dios te ama, y ha sustraído a la muerte los sufrimientos de los hombres para trasformarlos en reliquias de Cruz, donde la Vida tiene su origen!

Mañana celebraremos la Virgen de los Dolores, Ella nos ayudará descubrir la Cruz de Cristo, a mirarla, a besarla y abrazarla cuando llegue el momento. Madre como tu, sepa decir yo: ¡Hágase!

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