...El perdón es una
liberación del resentimiento
con algún ofensor.
Es la renuncia a los
resentimientos e indignación
que ha causado una ofensa.
El perdón surge de la
libertad y la caridad.
No obstante, la presencia del perdón no impide
la
aplicación de la justicia ante el ofensor.
El perdón nace en el
sujeto que recibió la ofensa, pues sólo en esta calidad puede liberarse de los
posibles resentimientos que tenga contra el agresor. Debemos de saber que el
perdón, como liberación, es fruto de la voluntad de cada individuo.
No se puede obligar a perdonar porque esta acción recae en la voluntad, que aún con castigos, no hace lo que otros decidan sino lo que ella misma delibera hacer. Incluso se puede decir que esta obligación violenta la naturaleza del perdón. Pues, si el perdón intenta reconstruir y liberar de un resentimiento, no se puede llevar a cabo en plenitud si no es por medio de la libertad.
No se puede obligar a perdonar porque esta acción recae en la voluntad, que aún con castigos, no hace lo que otros decidan sino lo que ella misma delibera hacer. Incluso se puede decir que esta obligación violenta la naturaleza del perdón. Pues, si el perdón intenta reconstruir y liberar de un resentimiento, no se puede llevar a cabo en plenitud si no es por medio de la libertad.
El ofensor no puede
perdonar, porque la ofensa no recayó en él, sino que de él se originó. Por
tanto, el perdón depende de quien recibe la ofensa y es un acto de la libertad
y de la caridad.
Cuando perdonamos
ejercemos la caridad en un grado mayor, pues, si la caridad es amor, y el amor
es el deseo del bien del otro, le hacemos un bien a nuestro ofensor cuando lo
liberamos de nuestro resentimiento y posible violencia. Esto no significa que
haya que renunciar a la justicia o al castigo merecido, sino que, con el perdón
mostramos nuestra disposición a hacer el bien.
El acercamiento al bien
del ofensor por parte del ofendido a través del perdón se entiende mejor si se
confronta la misericordia con el perdón. Parece que una puede llevar al otro en
algunas situaciones. El perdón el la liberación del resentimiento contra el
ofensor, y de sus culpas. Con ello se busca ver al ofensor reintegrado a la
plenitud de la dignidad humana, pues si permanece reconocido sólo como ofensor,
no hay una visualización de su plena humanidad, pues no se le considera capaz
del bien.
La misericordia es,
literalmente, un corazón empobrecido o compadecido. Evoca un corazón lacerado,
y lacerado especialmente por ver la miseria de otro. (1) El perdón puede nacer
de considerar al ofensor como un pecador que ha degradado su dignidad humana.
Esta degradación puede lacerar el corazón del ofendido; y en la medida que desee el bien y la superación del ofensor es un hombre caritativo, pues desea el bien del otro, incluso de un ofensor, sin desear nada más para sí mismo.
Esta degradación puede lacerar el corazón del ofendido; y en la medida que desee el bien y la superación del ofensor es un hombre caritativo, pues desea el bien del otro, incluso de un ofensor, sin desear nada más para sí mismo.
Se puede hablar del
perdón como una liberación.
De hecho, la palabra “perdón” viene de las palabras
latinas “per donare”, que significan “dejar ir”, “dar por” o “dar para”. Cuando
ejercemos el perdón “soltamos” a quien nos ha ofendido o nos ha hecho un mal.
En griego esta etimología se entiende mejor, pues, “afesis”, palabra para
perdón, significa liberación.
El cristiano cree en el
perdón de los pecados. Y como consecuencia, espera ser aceptado de nuevo en el
seno del Padre a través de la justificación del Hijo, quien ha plenificado la
naturaleza humana y hecho posible que seamos de nuevo hijos de Dios en
plenitud.
Es así que estamos llamados a ser “hijos en el Hijo”. El perdón de los pecados es una creencia fundamental del cristianismo, que ha sido expresada en el credo y en el Padrenuestro. Decimos: “creo en el perdón de los pecados” y “perdona nuestras ofensas”, respectivamente. Este perdón lo esperamos según la bondad y gracia de Dios y según nuestra naturaleza, que después de haberse apartado voluntariamente de Dios, es capaz del bien, y en plenitud lo es por la acción de gracia salvadora de Cristo.
Es así que estamos llamados a ser “hijos en el Hijo”. El perdón de los pecados es una creencia fundamental del cristianismo, que ha sido expresada en el credo y en el Padrenuestro. Decimos: “creo en el perdón de los pecados” y “perdona nuestras ofensas”, respectivamente. Este perdón lo esperamos según la bondad y gracia de Dios y según nuestra naturaleza, que después de haberse apartado voluntariamente de Dios, es capaz del bien, y en plenitud lo es por la acción de gracia salvadora de Cristo.
El dar el perdón no
significa que dejemos de reclamar justicia sobre el que nos ha ofendido. Nos
hemos liberado de la ira y del resentimiento, pero no de la justicia. Abandonar
ésta sería un gran mal para el ofensor, pues la justicia acerca al ofensor a
una corrección y busca su perfeccionamiento.
Hemos planteado que el
perdón es un resultado de la misericordia, que es expresión de la caridad. La
caridad, que es amor, es el deseo del bien del otro. Es así que si somos
caritativos con el ofensor, desearemos su bien, y esto es su optimación. Si
permitimos que el ofensor permanezca en tal estado, ya sea como delincuente o
criminal, lo apartamos de su optimación en la virtud.
Y si permitimos que
continúe con una vida apartada de la virtud, que es expresión del bien, y llena
de conductas antisociales, permitimos que persevere en el mal, ya que estas
acciones terminan destruyendo al individuo. Por tanto, si no hacemos justicia a
nuestro ofensor le hacemos un mal, ya que no lo conducimos hacia su
perfeccionamiento en la virtud.
Acercar a la justicia
al ofensor le causa un bien, pues reconoce que ha violado la dignidad de otra
persona, y además lo insta a llevar una vida virtuosa, aunque tenga que purgar
una justa condena.
Al final la justicia y el perdón no se contradicen porque buscan el mismo fin que es el bien del ofensor. Este bien se puede mostrar como magnanimidad humana, sin embargo, el cristiano entiende que toda compasión y perdón participa de la bondad divina y a ella se encamina.
Al final la justicia y el perdón no se contradicen porque buscan el mismo fin que es el bien del ofensor. Este bien se puede mostrar como magnanimidad humana, sin embargo, el cristiano entiende que toda compasión y perdón participa de la bondad divina y a ella se encamina.
El perdón acerca
nuestra vida moral a la perfección de Dios.
Cuando perdonamos nos
parecemos más a Dios que en otras ocasiones. Dios, por su perfección es la
bondad, la justicia y la misericordia en sumo grado. A lo largo de la Antigua
alianza, Dios se mostró compasivo y misericordioso, pues guiaba al pueblo de
Israel perdonando sus pecados y haciendo justicia a los que caían en pecado. La
misericordia y justicia de Dios se han mostrado plenamente en Cristo, quien ha
venido a hacernos hijos del Padre guiándonos hacia Él del mejor modo posible.
Cristo también perdonó
a los pecadores y los instó a llevar una vida virtuosa, como en el caso de la
mujer adúltera (Jn. 8 1-11).
No obstante la llamada a la conversión y la predicación de la misericordia de Dios, Cristo también ha mostrado que, llegado su tiempo, hará justicia a los que han llevado una vida alejada de la virtud.
El momento culminante de la expresión de perdón del Hijo es la absolución de sus verdugos al momento de clavarlo a la cruz.
“Padre, perdónalos porque no saben
lo que hacen”.
¿Cómo puede expresarse de tal modo un hombre que es injustamente
torturado?
Sin duda este momento es elocuente porque muestra la apertura del corazón de Dios para liberarse del resentimiento y quitar las culpas de los ofensores. Es tal la magnitud del amor de Dios, que está dispuesto a liberar de las culpas.
Sin duda este momento es elocuente porque muestra la apertura del corazón de Dios para liberarse del resentimiento y quitar las culpas de los ofensores. Es tal la magnitud del amor de Dios, que está dispuesto a liberar de las culpas.
Sin embargo, esto no impide que Dios, por su perfección,
pueda
hacer justicia.
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Fuente:
www.iterindeo.blogspot.com
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